Antecedentes
En otra entrada a mi blog titulada «El ferrocarril de las Sierra.Ramal Utrera-Villamartín», vimos cómo Villamartín toma pronto la iniciativa en unirse a los
múltiples proyectos que surgen a partir de 1848 para «no perder el tren» y
contar con estación propia. También en esa entrada comentaba que desde
Villamartín se buscan las estaciones más próximas para establecer hasta ellas
un ramal que nos permitiera enlazar con el gran trazado andaluz
Cádiz-Sevilla-Madrid, operativo al completo a partir de 1866, aunque
Cádiz-Sevilla ya se hacía desde 1861. Descartado para nuestro pueblo el paso cercano
de un ferrocarril significativo, solo quedan dos alternativas: un nuevo trazado
o enlazar con la importante vía Madrid-Sevilla-Cádiz. En ese contexto se
suceden las peticiones y los proyectos.
Con todas esas estaciones de los pueblos y ciudades cercanas,
señalados en el mapa con un punto rojo, trato de mostrar las diversas opciones
de que disponía Villamartín para conectarse, vía ferrocarril, con el futuro: Jerez de la Frontera (desde 1888 hasta
1926 que casi lo consigue); Las Cabezas
de San Juan (desde 1858 hasta 1865); Utrera
y ya de paso Sevilla (desde 1908 a
1912); Morón (1872 y posiblemente
algún intento más); Bobadilla a
través de Almargen, en algunas de las mismas tentativas que con Jerez. Y ya,
sin estación construida, no faltan otros sueños como el trazado de 45 km «Villamartín por Grazalema a la estación de
Cortes» que recoge el Anuario de Ferrocarriles de E. de la Torre (1921). (Mapa. Elaboración
propia basada en las Sección de Andalucía con las líneas ferroviarias
existentes a comienzos de 1867, publicada dicho año por la Dirección General de
Obras Públicas).
Conscientes nuestras autoridades de la transcendencia que podía
suponer para nuestro pueblo y su conocida feria ganadera el tren, encontramos
una primera referencia para su trazado en un acta extraordinaria de abril de
1858, en la que el alcalde del momento, Manuel de la Torres (médico-cirujano)
hace un largo alegato para convencer a la corporación municipal: «Sería imperdonable que esta importante Villa
no se fijase en su porvenir procurando el establecimiento de un ramal férreo
que le ponga en relación con la línea general de Cádiz a Madrid». Hace
hincapié en la cercanía a Las Cabezas (cuatro leguas) y se ratifica en que «esto es hijo de la firme convicción de que
los ferrocarriles cambian el modo de ser de los pueblos, tan rápidamente, que
de pequeñas y pobres Aldeas las convierten en populosas y ricas poblaciones».
El largo alegato, lleno de razonamientos, culmina con la formación de una
comisión que inicie la elaboración de un proyecto. Curiosamente el Sr. de la
Torre es sustituido por un nuevo alcalde (Francisco Jiménez-Pajarero) solo ocho
días después. Sabemos que el tema sigue adelante porque en 1859 las autoridades
locales se dirigen a la reina Isabel II para solicitarle «la apertura de un ramal de ferrocarril desde Villamartín a Las Cabezas»
(1). Esa petición a la reina, madura en un interesantísimo proyecto, del que
es objeto este artículo, que se traduce en el «Expediente para la construcción de un ramal de ferrocarril, que
partiendo de esta villa a Las Cabezas, empalme con la línea general de Andalucía»,
de 24 de febrero de 1861.
Para entender mejor lo temprano del inicio de esta andadura y su
concreción en el citado expediente, debemos saber que en 1858 aún no pasaba el
tren por Las Cabezas, aunque estaban las obras. La estación se inauguró en mayo
de 1860, con la apertura del tramo Sevilla-Jerez de la Frontera, de la línea
que pretendía unir Sevilla con Cádiz, hecho que se consiguió un año después
(1861), para conquistar el gran trazado andaluz Cádiz-Sevilla-Córdoba-Madrid en
1866, salvado Despeñaperros (2).
El proyecto
Portada del citado expediente que se
conserva en los archivos municipales de Villamartín.
Seguramente el alcalde villamartinense Francisco Romero Álvarez, citado
en la portada del expediente, retomó lo ya trabajado por sus antecesores para no
perder la gran oportunidad de enlazar con este importantísimo ferrocarril,
adelantándose a otras poblaciones. Sin duda, nuestro Ayuntamiento se decanta
por Las Cabezas de San Juan debido a su cercanía, unos 30 km en línea recta, y las
pocas dificultades orográficas. De hecho, durante muchos años se mantiene Las
Cabezas como nuestra estación de tren de referencia, con enlaces de diligencias
y carruajes «diarias» de la empresa de Sebastián Peña.
Recorte del semanario la Voz de
Villamartín. Mayo de 1919.
Presento a continuación una transcripción de los principales párrafos
del expediente citado, que nos permite saber el tratamiento que recibe por
parte de nuestro consistorio este ambicioso e ilusionante intento por sacar a
nuestro pueblo, y de paso a toda la Sierra Gaditana, del gran aislamiento en el
que se encontraban. Pensemos que hasta 1860 solo llegaban a Villamartín las
cañadas reales y otras vías pecuarias para ganado, un «camino carretero» que
nos unía a Jerez (desde donde se habían iniciado por esa época la carretera
Jerez-Ronda) y otros caminos de herradura hacia los pueblos del entorno, sin
ningún puente para salvar el caudaloso Guadalete invernal. Tal era la incomunicación,
que viene a cuento la frase de un comentarista de la época que dijo: «Es más difícil, más molesto, más costoso ir
de Cádiz a Algodonales, Zahara o Grazalema, que ir de Cádiz a la Corte». El
expediente lo firma el alcalde Francisco Romero Álvarez y el secretario Manuel
N. Moreno y se inicia así:
«Villamartín, 24 de febrero de
1861. Habiéndose ocupado el Ayuntamiento en cabildo de hoy del importantísimo
asunto de la construcción de un ramal de ferrocarril desde esta villa a Las
Cabezas; instrúyase expediente sobre el particular, y al efecto dese principio
a él con certificado del acuerdo que acerca del mismo ha recaído».
A continuación el secretario certifica lo tratado en el punto octavo
sobre este asunto.
«Teniendo entendido la
corporación que con motivo de la inauguración del trozo de ferrocarril del
Trocadero a Cádiz, vienen a esta ciudad los Directores o Gerentes de la empresa
concesionaria de la línea general de Andalucía; y habiendo igualmente llegado a
comprender por gestiones extraoficiales que ha hecho el intento, que no será
difícil que dicha compañía se encargue de construir, por cuenta suya y con una
módica subvención de parte de este pueblo, el ramal de sangre (parece ser
que en principio se piensa en usar la tracción animal para tirar de los vagones)
a que el mismo aspira hacer ya tiempo, y
que conduciendo a Las Cabezas, empalme con la citada línea general; deseando
con el mayor anhelo que Villamartín obtenga tan inmenso bien… Acordó por
unanimidad… se convoque a cabildo extraordinario para el martes en la noche
veinte y seis del que rige [26 de febrero de 1961]… a treinta y dos contribuyentes mayores en el orden de sus cuotas,
rogándoles concurran para que con sus luces y acuerdos, pueda tomarse la
resolución que convenga en un asunto que afecta al porvenir de la localidad».
Efectivamente, el martes 26 se celebra el cabildo extraordinario del
que se adjunta acta en el expediente. En ella se nombra a los 32 contribuyentes
citados de los que acuden 17 (3). El alcalde relata a los asistentes las
virtudes del proyecto, «vital para este
pueblo, con incomparables beneficios para nosotros y demás localidades de la
comarca». Concluyó sentenciando «que
nunca como ahora se presentaría ocasión tan propicia de acometer decididamente
este proyecto… por el que este pueblo suspira ha tanto tiempo».
Tras una amplia discusión se «acordó
por unanimidad que una comisión, compuesta de individuos del Ayuntamiento [regidor
Cesáreo Centeno] y mayores contribuyentes
[Joaquín Jiménez-Pajarero y Fernando Varea o Barea, además licenciado en
jurisprudencia] pasen a Cádiz a
entenderse con aquellos Sres. [Gerentes de la empresa concesionaria de la
línea general de Andalucía]».
Recorte del informe que adjunta el
expediente. Cuando dicen al principio «En el primer punto tuvimos la ocasión…»,
se refiere a Cádiz, porque después van a Sevilla. Como podemos leer la empresa
se comprometió «que a la mayor brevedad mandarían ingenieros que practicasen el
estudio oportuno…».
Esta comisión va en los primeros días de marzo a Cádiz y de vuelta da
cuenta de la reunión que mantienen en un documento que incorpora el expediente
que no pasó de unos «pasos preliminares e
investigativos». Los directivos les recomiendan que hagan un completo
estudio que incluya número de vecinos de los pueblos interesados en la línea,
cuotas de los contribuyentes y datos productivos y económicos en general.
Estos son los trámites iniciales (primeras siete páginas) de un
larguísimo y completo expediente que llega a alcanzar más de 75 páginas, que
nos da una idea de la magnitud y complejidad del mismo. Pero los regidores
villamartinenses están optimistas e ilusionados y quieren transmitir su sueño a
la comarca. Así, tras esta visita, se acuerda dirigir «una expresiva circular a los trece pueblos de las inmediaciones:
Bornos, Espera, Montellano, Puerto Serrano, Algodonales, Ubrique, Prado del
Rey, [El] Bosque, Grazalema,
Villaluenga del Rosario, Benaocaz, Zahara de la Sierra y Ronda». Se
conviene, para mayor facilidad, el envío de una plantilla a cumplimentar,
animando a que «ilustren a la opinión
pública de sus poblaciones a fin de que ayuden en la inmensa obra que
acometemos». El oficio enviado a los respectivos alcaldes el 15 de marzo,
recoge lo ya hecho y se completa con conceptos animosos y grandilocuentes: «empresa gigantesca, ardiente deseo en favor
de una idea, firme voluntad de no cejar en tan noble propósito, resueltos a
llevarlo a cabo a toda costa, enorme sacrificio que tendrá su premio,…».
Los oficios hay que escribirlos a mano, uno a uno, enviarlos a 13
pueblos, recibirlos estos por Ayuntamientos que no pasarían de tener un
secretario y algún escribiente; elaborar el completo cuestionario que se les
pide y nuevamente mandarlo a Villamartín. Pues bien, solo 7 día después (22 de
marzo) se emite la respuesta del primer pueblo: Grazalema, un completísimo
informe de la alcaldía (sección de Fomento y Obras Públicas) con las
contribuciones que paga el pueblo, sus producciones de trigo, cebada, garbanzos,
habas, maíz, aceite, hortalizas, frutas, legumbres, uva para comer, uva para
mosto… Datos sobre encinas, quejigos, alcornoques, pinos de la tierra
(pinsapos), carbón, corcho, ganadería… Otro gran apartado sobre industria y
comercio: fábricas de paños y mantas, curtidos, jabón blando, aguardiente;
arrieros y cosarios (¡80 individuos!)… Incluso se menciona que «hay depósitos [pozos] de nieve en las montañas de los que se
extrae [hielo] para Cádiz, Jerez y
Sevilla». Finalmente se congratulan de las «incalculables ventajas que ha de proporcionar [para Grazalema] la culminación del proyecto… y que
entonces, sin temor de errar, puede asegurarse que Villamartín será el centro
del comercio y transporte de la Sierra».
Recorte de parte de la plantilla cumplimentada
por El Bosque de sus producciones. Como vemos se hace constar «lo que produce
el pueblo», «lo que importa de otras localidades», «el consumo propio» y «lo
que se exporta a otras localidades». Llama la atención la fuerte importación de
trigo (11.950 fanegas), casi todo para exportar a Ubrique y Prado del Rey,
seguramente por la existencia de molinos harineros y de igual manera en el caso
de los cerdos por la tradicional industria cárnica. Archivo municipal de
Villamartín.
Durante marzo llegan informes similares al de Grazalema, pero mucho
más concretos, de Villaluenga, Espera y El Bosque; ya en abril los de Zahara,
Montellano, Ronda y Benaocaz. El día 13 de abril se hace recapitulación de lo
recibido con el pesar de la falta de respuesta de algunas localidades, a las
que se insta a responder con un nuevo escrito en el que se compara «el entusiasmo, inteligencia y prontitud de
unos con la indiferencia de otros». Contesta Puerto Serrano, Ubrique y
Prado del Rey. Cada pueblo incorpora en sus informes, además de lo habitual,
sus peculiaridades productivas como membrillo, nueces, minerales, bellotas,
vinagre, miel, alberjones, altramuces, frijoles, almendras, castañas,
¡bacalao!, sal, tabaco, piedras de molar…
A finales de abril nuevo recuento, lamentándose el alcalde que aún no
haya respondido Bornos y Algodonales, a los que se dirige un nuevo oficio. Por
fin, llega el de Bornos cuya corporación «ha
oído con una alegría que raya en el delirio, el sublime pensamiento de la
construcción del ramal de vía férrea… pero pone muy en relieve la conveniencia
de que el punto de partida sea desde esta población por su mejor posición
topográfica».
A falta de Algodonales, (que finalmente emite su reseña ya fuera de
plazo), y sin hacer mucho caso a las pretensiones de Bornos se decide redactar
un completo y razonado informe fechado el 4 de mayo que empieza así:
«Firme el Ayuntamiento que tengo la honra de
presidir en su noble propósito de la construcción del ramal de ferrocarril que,
desde esta villa...». Comentar, que excepto en los planteamientos iniciales, nunca más
se utiliza la expresión «ramal de sangre», por eso pienso que ya sé habría descartado
la tracción animal para el tren.
Continúa la misiva explicando que la idea ha sido explicada a las corporaciones
municipales de los pueblos cercanos los cuales «han aceptado el proyecto con un vértigo notable de entusiasmo»;
por parte de Villamartín se compromete a costear «la subvención que este pueblo deba aportar»; aduce «otros fundamentos de gran importancia [como
son] la Feria de esta villa, reputada
como uno de los primeros mercados de la península… y la carretera, ya en
construcción, desde Jerez, Arcos, Villamartín, Zahara y Ronda… otro elemento
poderoso que [dará] nueva vida a la
industria agrícola de este país». El informe se complementa con un
impresionante cuadro-resumen de los datos comunes de los 14 pueblos y un anexo
de particularidades, rematado con la distancia (en leguas) de Villamartín a las
13 localidades, que firma el alcalde interino Benito Álvarez y se envía a la
Compañía de los Ferro-carriles en Madrid, la cual contesta pronto con un acuse
de recibo y el compromiso de estudiar el proyecto desde Sevilla.
Membrete de la ya citada compañía de
ferrocarriles con sede en Madrid y delegación en Sevilla, encargada del trazado
Sevilla-Jerez y Puerto Real a Cádiz, aunque finalmente acabó comprando los
derechos de otras compañías y se refundó como Compañía del Ferrocarril de
Sevilla a Jerez y Cádiz.
Quiero recordar al lector, como reconocimiento al Ayuntamiento de
Villamartín, que todo había empezado un 24 de febrero y en dos meses y una
semana se había culminado un ambicioso y novedoso proyecto.
A partir de esta fecha (4 de mayo de 1861) empieza un largo
peregrinaje de oficios, cartas, acuerdos, esperadas visitas… que ralentizan el
proyecto, creciendo poco a poco el desánimo en los valerosos gobernantes
villamartinenses. Veamos algunos momentos destacables de ese año y el siguiente
(las fechas que aparecen son las de emisión del documento, y el orden en que
aparece en el expediente, de ahí que a veces parecen no cuadrar los tiempos):
· 16 de mayo. El alcalde Sr. Romero insta al director local de
Sevilla, señalado desde Madrid como responsable, «se sirva activar el estudio del proyecto» y ofrece la formación de
una comisión que le facilite datos y le mantenga informado.
· 19 de mayo. La dirección de ferrocarriles contesta, confirma
que ha recibido la documentación y comunica que enviará al Jefe del Tráfico,
Sr. Longchamp (posiblemente ingeniero francés) de Sevilla a Villamartín.
· 20 de mayo. El Jefe del Tráfico se compromete a ir a Villamartín
y le parece bien la formación de una comisión local.
· 24 de mayo. Cabildo extraordinario. Se forma la comisión
formada por el alcalde Francisco Romero, el 1º teniente de alcalde Benito
Álvarez (para cubrir posibles ausencias del alcalde), el regidor Cesáreo
Centeno; los mayores contribuyentes Joaquín Jiménez-Pajarero, Ramón de los
Ríos, Ramón Sirés y José Peñalver; además del licenciado en jurisprudencia
Fernando Varea.
· Mayo-Septiembre. El Jefe del Tráfico da largas claramente al tema, se
compromete a ir a Villamartín «cuando mis
obligaciones me lo permitan y conferenciar con la comisión». Llega a fijar
alguna fecha que después pospone y finalmente comunica «la imposibilidad en que me hayo para trasladarme a esa».
· 20 de septiembre. Cunde el desánimo y el alcalde habla de «expediente dolorosamente paralizado» y
decide informar del tema en el próximo cabildo, como así lo hace. Se señala un
plazo hasta los primeros días de octubre y si no acude el Jefe del Tráfico se
notificará el suceso a Madrid.
· 15 de octubre. Ante la ausencia «del caballero», el Ayuntamiento manda a Madrid una larga carta
recordando hechos, compromisos y promesas de visita del tantas veces citado Jefe
del Tráfico.
· 4 de noviembre. Brevísima carta de un director gerente de Madrid
comunicando el reenvío de la anterior misiva al director local de Sevilla.
· 26 de mayo de 1962. Tras más de seis meses de silencio en el
expediente, la noche de este día se personan en Villamartín los Sres. Jorge de
Elvas (Jefe del Tráfico de Sevilla, distinto al anterior) y Julián Gómez
(Agente Comercial).
· 27 de mayo: Se cita de forma urgente a la comisión del
ferrocarril que se reúne con los señores llegados la noche anterior. No hay
ningún informe de lo tratado. Si sabemos algo es porque se da cuenta de ella al
gobernador de la provincia. En un esfuerzo por retomar cierto optimismo en unos
regidores municipales castigados por la indiferencia de la poderosa compañía,
seguramente inmersa en negocios más productivos que este humilde rincón
gaditano, se le comenta a la autoridad provincial la posible «consistencia de unas minas de carbón de
piedra, situadas a corta distancia, que se proponen conocer». Se intuye una
gran acogida a los comisionados, que pasan unos días a cuerpo de rey. Desde el
Gobierno de la Provincia (Sección Fomento) se responde a este escrito: «…manifiesto que aplaudo el expresado
pensamiento y que me tendrá siempre dispuesto a cooperar».
· 25 de junio. Escrito del Jefe del Tráfico comunicando que llega
el 28 en tren a Las Cabezas y necesita medios para ser trasladado a
Villamartín. Le acompañan el agente comercial y un ingeniero de minas. No se
comenta nada por parte de Villamartín, solo que «salga en el día de hoy un hombre con tres bestias para conducirlos a
esta población». Mal debió ir el encuentro y la visita «a la mina» porque
se produce un silencio de casi 20 días.
Diligencia final que aparece cerrando
el expediente, emitida tras la visita del jefe del tráfico, agente comercial e
ingeniero de minas.
· 15 de julio de 1862. Un decepcionante escrito, firmado exclusivamente por
el secretario Sr. Moreno, pone fin a la aventura y al expediente. Ese ingeniero
de minas vino exclusivamente a «practicar
un reconocimiento de la mina de carbón de piedra, que se cree existe en el
término y en el inmediato del Bosque; y habiendo recogido ejemplares… no dieron
el resultado que se apetecía: en cuya virtud es de inferir que se abandone por
aquella Empresa el proyecto…, respecto a faltar el fundamento principal que la
movía a ello, cuál era la [posible]
existencia de minas de carbón en esta comarca. Lo que consigno para que conste
como historia del particular de que se trata, y para que resulte en su día el
motivo de su interrupción. En Villamartín a quince de Julio de mil ochocientos
sesenta y dos».
Para nada se tuvieron en cuenta las fanegas de cereales que aportaban
los pueblos, ni los miles de cabeza de ganado, ni las mantas de Grazalema o la
marroquinería de Ubrique, ni la riquísima miel de la Sierra, su ya afamada
aceite, el corcho, el membrillo, las algarrobas, las nueces, las almendras o la
nieve que quería Grazalema subir al tren… ni por supuesto el aislamiento. Solo
interesaba el carbón de piedra. Es cierto que el proyecto no contó en ningún
momento con un sólido respaldo económico de los «contribuyentes mayores», es
decir de las fortunas de la Sierra. Se creía que la Compañía pondría casi todo
el dinero, apenas en el expediente se habla del tema, solo se explica que
habría que aportar una pequeña subvención por parte de los pueblos.
Villamartín, sus autoridades locales, sí supieron ponerse al frente de
una comarca representada incluso por pueblos de tres provincias (Cádiz, Sevilla
y Málaga); ni Roda, ni Ubrique se atrevieron a discutirle el liderazgo, solo lo
hizo tímidamente Bornos por «cuestiones topográficas» cuando el trabajo estaba
todo hecho. Tuvo que ser una tremenda decepción para la corporación municipal, que
ni siquiera trató el tema del fracasado proyecto en los cabildos de los meses
siguiente a su abandono.
Sobre este proyecto de ferrocarril, no ya del expediente comentado, encontramos
una última referencia, en 1865, recogida por Manuel Vidal Jiménez de las Actas
Capitulares: «Queda enterado el
Ayuntamiento satisfactoriamente… de la autorización que recibe Don Francisco J.
de Mendoza, para que, en los términos fijados por real orden de 24 de marzo de
1856, pueda estudiar durante ocho meses una línea de ferro-carril que,
partiendo desde esta villa, termine en Las Cabezas de San Juan». A partir
de aquí parece que la «opción Las Cabezas» se descarta por completo, en algún
momento se piensa en Morón (1872), y ya en el siglo XX (1908 a 1912) se mira
con fuerza a Utrera, a dos pasos de Sevilla; pero sobre todo madura cada vez
con más fuerza un nuevo eje trasversal Jerez-Villamartín-Bobadilla que cubra
ese hueco bien visible en el mapa inicial.
|
(1). Villamartín. Imágenes de un
Siglo III. «El ferrocarril de la Sierra a su paso por Villamartín».
Ayuntamiento de Villamartín. 2016.
(2). Estas y otras referencias han sido obtenidas del artículo «Historia
del Ferrocarril de Sevilla a Jerez y de Puerto Real a Cádiz (1856-1861)», de Francisco
Sánchez Martínez y publicado en Vía
Libre. La revista del ferrocarril.
(3). A la cabeza de los contribuyentes mayores citados: Joaquín
Jiménez-Pajarero, Ramón de los Ríos, Francisco Romero Sánchez, José Poley, José
Trujillo, José Peñalver, Fernando Varea…
(4). Acta capitular del 11-11-1890.
● Agradecimientos: Antonio Mesa Jarén y Fernando Romero Romero.
© del texto, Pedro Sánchez Gil y citas del expediente señalado.
© de las imágenes, lo señalado en los pies de foto.
© de la publicación, «Villamartín.Cádiz blog de Pedro Sánchez». / Libro de
Feria de 2019. Ayuntamiento de Villamartín.
Anexo
Corporación municipal tomada del Libro de Actas
Capitulares de 1861 que decide iniciar el «Expediente para la construcción de
un ramal de ferrocarril, que partiendo de esta villa a Las Cabezas, empalme con
la línea general de Andalucía», de 24 de febrero de 1861.
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