domingo, 11 de agosto de 2024

«La nueva línea de automóviles. De Jerez a Arcos, Bornos y Villamartín»

La vida que pasa. Tierra andaluza – Manuel L. Ortega

(Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez)

 Con la colaboración de Ernesto Pangusión Cigales

 

El libro La Vida que pasa, fue escrito por Manuel Luis Ortega Pichardo (El Dómine Gafas) y editado en 1916 por la Empresa Editorial Andalucía con sedes en Madrid y Jerez. En principio, diríamos que es un libro costumbrista, donde se recopilan veintitrés crónicas de distintos escenarios, casi todos de la provincia de Cádiz, describiendo las características de la sociedad y las costumbres de principios del siglo XX. Como buen periodista, el autor plasma en ellas una foto de la realidad, con técnica más propia del etnólogo que registra lo que encuentra, sin críticas ni juicios de valor sobre el presente o el pasado. Para nosotros tiene un especial interés, pues dos de las crónicas corresponden a sendas visitas a Villamartín, con motivo de sus fiestas mayores: Feria y Romería.

 

Biografía del autor (1).

Manuel Luis Ortega Pichardo (Jerez de la Frontera, 21 de noviembre de 1888 - Madrid, 23 de enero de 1943) fue un escritor, periodista, editor y africanista español. Profesional temprano del periodismo, cubrió como corresponsal las campañas militares en Marruecos a principios del siglo XX, quedando para siempre seducido por la vida cotidiana, las costumbres populares y la política del Protectorado. Sobre él escribió de primera mano numerosa e importante obra periodística y literaria. Así, en 1925, durante su residencia en Tánger, fundó el influyente Heraldo de Marruecos. (2). Pero quizá el legado más importante, fruto del contacto con los hebreos marroquíes, fue la fundación en Madrid de la editorial CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones), junto a Ignacio Bauer (3), judío sefardí y administrador de los Rothschild en Francia. Por último, y fruto de su preocupación por el progreso económico y las relaciones comerciales, habría que destacar su interesante Guía del Norte de África y Sur de España. Zona del Protectorado de España en Marruecos. Cádiz. Málaga (4). (Fotografía del Dómine tomada de Wikipedia).

Como decíamos antes, se había iniciado muy joven en el periodismo, siendo redactor-jefe del periódico local, Diario de Jerez, hasta asumir la dirección del mismo con solo 21 años (5). Con posterioridad fundó una serie de cabeceras de nuevos diarios en la zona: El Noticiero de Jerez, Don Fastidio, Diario de El Puerto y Diario de Sanlúcar.

Durante la Guerra Civil fue encarcelado por sus ideas conservadoras (6), tras refugiarse en las embajadas de Finlandia e Inglaterra. Desde esta última fue entregado y tuvo que soportar la amenaza diaria del fusilamiento, conociendo en presidio la muerte violenta de parientes y amigos. Finalizada la guerra, intentó retomar su actividad de siempre, publicando una especie de continuación de los Episodios Nacionales que debía culminar justo en los años de la Guerra Civil, a fin de explicar a las nuevas generaciones las claves del estallido bélico. La temprana muerte del editor en 1943 truncó el proyecto, del que solo llegó a salir una entrega (7). Fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y vocal de la Liga Africanista. Él mismo se denominaba «El Dómine» y «El Dómine Gafas», apodo con el que fue ampliamente conocido.

 

(1). Datos obtenidos de la publicación virtual autobiográfica de uno de sus hijos, el pintor y muralista Manuel Ortega: Recuerdos de mi vida y el arte. Más información en este enlace.

(2). Dependiente de la editorial CIAP del Dómine, se mantuvo hasta la independencia de Marruecos en 1956, ejerciendo gran influencia en la opinión pública del Protectorado.

(3). El sefardí Ignacio Bauer Landauer (1891-1961) fue empresario, político y miembro de la Academia de la Historia. Aportó 15.000.000 de pesetas, toda una fortuna en la época.

(4). Centrada por el autor en Comercio y Turismo. En 1917 tiró miles de ejemplares, incluyendo un apartado para Tánger, principales localidades de Marruecos, Cádiz y Málaga y más de 300 fotos y planos. Su utilidad práctica era muy notable, pues incluía horarios de trenes, calendario cristiano, hebreo y musulmán, y multitud de reseñas de empresarios y comerciantes.

(5). Se vio obligado a ocultar este dato para dirigir el periódico, pues la mayoría de edad estaba fijada en los 23 años.

(6). Hombre hecho a sí mismo y cultísimo (15.000 libros guardaba en su biblioteca), según sus hijos, era un monárquico liberal, contrario al excesivo intervencionismo estatal, al que consideraba contrario a la libertad.

(7). Cuando la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, con relato pormenorizado del atentado de Mateo Morral contra el cortejo real.

 

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El primero de los capítulos que dedica a Villamartín lo titula «Garnier volando. La Feria de Villamartín». En él describe muchos aspectos relevantes del Villamartín de la época (1913) y de su importante feria, cubriendo un suceso inédito en la comarca: el vuelo en aeroplano del francés Leonce Garnier. De la resonancia del espectáculo da fe la masiva asistencia de gentes de la comarca e incluso de Jerez, hasta el punto de ocuparse todos los medios de transporte de los alrededores para llegar al pueblo, poniendo en peligro la misma presencia del periodista, que a punto estuvo de quedarse en Arcos. De paso, nos descubre algunos detalles curiosos del mercado ganadero, como el montaje de tiendas de cada pueblo para sus criadores y tratantes, o la costumbre de la población dispersa por el campo de bautizarse con ocasión de la visita anual al pueblo durante la feria.

También nos presenta a la élite dirigente, con el alcalde a la cabeza (Joaquín Carredano), el líder del Partido Liberal y diputado provincial (Bernardo de los Ríos), el párroco (Francisco Núñez Galván), el encargado de la Cámara Agraria (Cristóbal Romero Martel) y muchos otros personajes. Por otras fuentes, sabemos que, al sobrevolar el ganado de la feria, se produjo una gran estampida del mismo y que el coste de la contratación ascendió a 3.000 pesetas, reunidas con el presupuesto municipal para la fiesta (750 pesetas), al que hubo que sumar una suscripción popular. (8) (Transcripción del capítulo publicado en mi blog «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez» (9).

 

(8). Íñigo Mateos, Manuel. La feria de Garnier. Revista de Feria de 1959. Ayuntamiento de Villamartín.

(9). Enlace

 

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En otro de los capítulos, que Manuel L. Ortega titula «La nueva línea de automóviles. De Jerez a Arcos, Bornos y Villamartín», relata la visita efectuada a Villamartín con motivo de la inauguración de dicha línea. El hecho debió coincidir con nuestra romería del 8 de septiembre, día que el Dómine sitúa en lunes, lo que nos permite fecharlo en 1913, único año que recoge esa coincidencia dentro los años anteriores a 1916, que es cuando se edita el libro.

Proporcionamos la transcripción literal de la última parte, cuando el autor sale de Bornos y se dirige a Villamartín. Inserto en el texto imágenes de la época que no aparecen en el libro, así como ampliación de la información en los pies de foto.

 

De Bornos a Villamartín

«Pasamos junto a Bornos, y enfilamos a lo lejos una calle, calle reidora y luminosa de feria, donde resplandecen multitud de arcos llameantes. Y empieza la carretera recta, implacablemente recta, bordeada de eucaliptus, que ha de llevarnos a Villamartín. La señora Luna, la amante plácida del pobre Pierrot, nos abandona. Mapa de 1917 donde se comprueba el trazado recto de la carretera de Ronda entre las afueras de Bornos y el cruce del Guadalete. (Mapa del IGN).

 

Al llegar a un puente descendemos y lo cruzamos a pie: es un puente de madera, tan poco firme como las promesas de nuestros gobernantes (10). Bajo él corre manso y murmurador el río Guadalete. Nos dan ganas de ofrecer a este pobre río, como Dumas al Manzanares, un vaso de agua (11). Imagen de 1917 del puente de mampostería que cruza el autor cuatro años ante. La riada de ese año acabó destruyéndolo siendo necesaria la barcaza de cuerda para cruzarlo. (Del libro Villamartín).

 

—¡Villamartín, aquello es Villamartín! —grita Julián, señalando un rosario de luces que corona la cresta de un monte.

 

(10). El «puente de madera» al que se refiere sería, posiblemente, el de mampostería de finales del siglo XIX, que el Guadalete destruyó en varias ocasiones, y que debía presentar en esos momentos algún arreglo provisional con maderas.

(11). Se comenta que Alejandro Dumas, viajando por Madrid, después de haber bebido medio vaso de agua, ofrecido por un típico aguador, arrojó al Manzanares el resto diciendo: «Tiene más sed que yo».

 

En Villamartín

Ya el vecindario duerme: gente morigerada, de buenas costumbres, hechas a la dura vida del trabajo, la noche la emplean en reparar sus fuerzas agotadas por la labor diaria. En la plaza de Alfonso XII saludamos a D. José Romero (12), y a D. Ramón Gutiérrez Sirés (13), y a Fernando Romero Martel (14); y agradablemente sorprendidos abrazamos a Jacobo Molina (15) y a Santiago Lozano, que en Villamartín desde el día anterior nos esperaban. Después de descansar un rato en el Casino Conservador, en un ambiente de caballerosa hospitalidad, nos sentimos atraídos por las mullidas plumas de la fonda pueblerina (16). (Foto tomada de Imágenes de un Siglo II).

Y allá fuimos, pero no llegamos, porque el hombre propone y los acontecimientos disponen.

Y a las dos de la madrugada, el Dómine se estaba afeitando en una barbería de Villamartín —en la linda villa el servicio de Fígaros es permanente como en Jerez el de las funerarias —; y un poco más tarde con Sánchez Robles (17), un vencido en la lucha por el ideal, y Fernando Romero Martel, charlábamos y charlábamos de cosas pretéritas.

¿Quién no puede gustar la poesía de los recuerdos ha sabido vivir?

 

(12). José Romero Romero, importante personaje del Villamartín de finales del siglo XIX y primer tercio del XX. De profesión abogado, ocupó numerosos cargos en la localidad: alcalde, juez municipal, concejal, diputado provincial, corresponsal del Banco de España, jefe del Partido Conservador… La actual calle Virgen de los Reyes llevó su nombre.

(13) Agricultor y ganadero, nacido en 1875, explotaba la finca de la Nava y mantenía negocios en Villamartín, donde llevó la empresa de autobuses hasta su venta. Construyó un gran garaje al final de la avenida de la Feria, conocido después como el de los Amarillos. En 1913 figura como corresponsal de banca.

(14). Hijo de José Romero Romero y miembro de una familia destacada del Villamartín, junto a sus hermanos Francisco (sacerdote), Cristóbal (alcalde en 1930, encarcelado por participar en la Sanjurjada y fusilado en Utrera en 1936), Ildefonso (alcalde en 1920) y Manuel (político conservador muy activo durante el franquismo).

(15). Bodeguero y fabricante de coñac y otros licores destilados. Marcas conocidas: amontillado Patria, anís del Chucho o ponche Jacolina.

(16). Podría tratarse de la Fonda Victoria en la que se alojó cuando el vuelo de Garnier.

(17). Personaje no localizado. Esa mención a “un vencido del ideal” suena a simpatizante del carlismo.

 

En la ermita de la Montaña

 

El día de la Virgen de la[s] Montaña[s], 8 de septiembre, es uno de los días más festejados de Villamartín.

A la ermita, para adorar a Nuestra Señora con fe sencilla, acuden romeros de los pueblos vecinos, y allá en la montaña, en un rinconcito pintoresco, se congregan los fieles de Montellano, de Arcos, de Bornos, de Prado del Rey, de Villamartín.

Y en la mañana del lunes, galantemente invitado por Pepe Romero Martel (18), un joven y cultísimo abogado, en un quitrín arrastrado por dos caballos, hábilmente regidos, iba el Dómine hacia la ermita.

El camino ofrecía un aspecto típico. Campesinos robustos llevando a la grupa del caballo a sus mujeres, ataviadas con trajes de vivos colorines y rameados, marchaban orgullosos para orar ante la Virgen; los coches se cruzaban con un loco cascabelear alegre, y de vez en vez, el eco de las bocinas de los autos de la nueva empresa, que iban cargados de pasajeros, ponía una nota grave en la fiesta.

Allá en los alrededores de la ermita, en corros bailaba la gente del pueblo, esperando la hora de la función principal: otros se acomodaban en las tiendas, colgadas de yedra, y la manzanilla pálida y suave corría por los gaznates, como un río de alborozo.

Predicó elocuentemente durante la función, con elocuencia sobria y castiza, aprendida en las fuentes de la oratoria española, sana, y fuerte y vibrante, el párroco de Villamartín Sr. Núñez Galván (19).

Lindas jovencitas cantaron preciosos trozos musicales, coplas ingenuas, fragantes y lozanas, como flores del campo.

Después se celebró el acto solemne de bendecir los automóviles (20).

Y cuando terminada la ceremonia marchábamos para el Rozalejo [Rosalejo], donde se sirvió un lunch espléndido, cruzó el Dómine unas cuantas palabras de aliento, con este abogado, tan amante de su patria chica, que se llama Pepe Romero Martel.

(18). José Romero Martel aparece en los anuarios de esos años como abogado, junto a sus hermanos ya nombrados.

(19). Natural de La Puebla de Cazalla (Sevilla), fue nombrado párroco de Santa María de las Virtudes en 1911, permaneciendo al frente de la misma hasta 1920. Sacerdote celoso y de febril actividad apostólica, organizó varias asociaciones, entre ellas Las Marías de los Sagrarios Abandonados, la catequesis parroquial, los cultos solemnes, entre los que destacaba la octava a la Inmaculada y creó el primer coro parroquial del que se tengan noticias.

(20). Cuando se adquiría un vehículo, la tradición imponía hacer el primer viaje a la ermita de las Montañas. Con ello se lo «bendecía» y se pedía a la Virgen protección para evitar los accidentes de tráfico. Con más razón aún, tratándose de autos de transporte público. Todavía hoy somos muchos los villamartinenses que continuamos esa costumbre.

 

En Rozalejo

 Es una hacienda grandísima. Pertenece a la Duquesa de la Conquista (21): en una iglesia casi subterránea de tres naves, evocamos la memoria de los viejos propietarios del inmueble, de nobilísima estirpe. El lunch, servido por el popular Pepe Caballero, fue selecto, y a él concurrieron cerca de doscientas personas.

Hicieron los honores, espléndidamente, con esa esplendidez hidalga, ranciamente española, que no muere nunca, D. José Romero, y sus hijos; D. Julián Armario (22), D. Ramón Gutiérrez Sirés, D. Bernardo de los Ríos (23), y Paquito Gutiérrez (24), que está que trina porque su padre no le dejó volar en Cádiz, y ha jurado por todos los dioses que volará en Villamartín (25). Y con tales anfitriones, ¿para qué decir que la fiesta, fue un acto hermoso de fraternidad, donde se vertieron sanas ideas y grandes proyectos... y más de doscientas botellas de riquísimo C.Z. (26), y del no menos rico Fino Patria (27), de nuestro querido Jacobo Molina.

 

(21). Posiblemente se trate de un error. No parece que ninguno de los titulares del Ducado de la Conquista hayan sido propietarios de El Rosalejo.

(22). Debe referirse a Julián Armario Gómez, corredor de comercio, regidor-interventor en 1912 y concejal en corporaciones posteriores.

(23). Personaje destacado del pueblo en el primer cuarto del siglo XX, del que fue alcalde. Labrador e industrial, instaló el primer alumbrado eléctrico en esta población en 1906.

(24). Se trata de Francisco Gutiérrez Peñalver, único hijo varón de Ramón Gutiérrez Sirés. Hizo la carrera de derecho y fue ejecutado por partidarios de la República en los primeros meses de la Guerra Civil en Ronda. El cuerpo aún no ha aparecido.

(25). Debe referirse al vuelo de Garnier que realizó en Villamartín en la Feria de San Mateo en septiembre de 1913, es decir, unos días después de esta crónica.

(26). Vino muy prestigioso, cuyo nombre corresponde a las iniciales del fundador de la bodega en 1650, Pedro Alonso Cabeza de Aranda y Zarco. Llegó a ser una de las marcas históricas de Jerez, con exportación a todo el mundo. La bodega ha cambiado el nombre y se llama actualmente "Bodegas Tradición", perteneciente al grupo Rivero.

(27). Probablemente, se trata de un error. Que sepamos, Jacobo Molina anunciaba con el nombre «Patria» un amontillado. No hemos encontrado referencias a un fino de su bodega con ese nombre.

 

De vuelta de la romería

 La animación no decayó hasta muy tarde. Besados por los últimos rayos del sol, bajábamos por la carretera, hacia Villamartín.

En una vuelta del camino, tuvimos el gusto de emplazar para luego en el Casino, a D. Alejandro Ivison (28).

Retornamos a Villamartín, donde Julián Armario se constituyó en cabeza visible de un complot, para que no regresáramos a Jerez, y en Villamartín nos quedamos encantados entre estos amigos tan buenos y tan cariñosos.

Y después de despedirnos de Alejandro Ivison, —el jerezano que ha sabido crear la línea de San Fernando a Algeciras—, que salió para la tierra del vino en su Hispano-Suiza, D. José Romero y Gutiérrez Sirés, nos invitaron a comer.

Y entre las elucubraciones de Santiago Lozano, tormento de Cristóbal Romero y regocijo nuestro, y tras unos gorgoritos sabios de Jacobo Molina, que cantó el Pieta Signore (29), se deslizó la comida amenamente.

 

(28). Alejandro Ivison Pastor, importante emprendedor jerezano creador de la línea de autobuses Cádiz-Algeciras y puntos intermedios, que con el tiempo acabaría transformándose en los Transportes Generales Comes.

(29). Obra del compositor barroco Antonio Stradella (1643-1682), antaño muy conocida, con famosas interpretaciones modernas de Pavarotti, Andrea Bocelli y Alfredo Kraus, entre otros.

 

De regreso — En la tempestad

 

Ya estamos otra vez instalados en el auto. Son las dos de la tarde del Martes [del día 9].

En la plaza de Alfonso XII, nos despiden afectuosamente estos buenos amigos de Villamartín.

Retornamos los mismos que salimos, excepto Julián Armario, este hombre jovial y… gordo, que se queda entre los suyos.

Se oyen vivas a Villamartín y a Jerez cuando arranca el coche.

Y allá queda la linda villa, hundiéndose en la distancia.

Una tempestad nos sigue durante el viaje de regreso: las nubes plomizas corren tras el coche.

 

Contemplamos a lo lejos, sobre Bornos, el pino gigantesco que, según la frase andaluza de un compañero, cubre con su sombra una aranzada de tierra (30); y pasamos ante el pintoresco pueblecito cantado por Fernán Caballero (31), rodeadas de huertas, las casitas blancas del Nacimiento (32).

[…]Nuestra impresión del viaje se sintetiza en esto: un profundo agradecimiento como jerezanos y como periodistas a los Sres. Romero, Gutiérrez Sirés, Armario y de los Ríos, y a los amigos de Villamartín; y en la retina el deslumbramiento de la belleza de los paisajes serranos y de la, gentileza de las mujeres de la linda villa que corona un monte, de esa villa a la que pueden aplicarse, con ligera variante, los versos sencillos de Trueba: (34)».

Es allí el aire más puro,

y está más cerca del cielo.

 

(30). Sin duda se refiere al Pino de las Hoces, situado en el término de Arcos de la Frontera, pero muy visible y cercano a Bornos, del que hay múltiples referencias por su gran tamaño.

(33). Cecilia Böhl de Faber. Autora de Un verano en Bornos (1864).

(34). Debe referirse al gran manantial de Bornos denominado Gruta del Nacimiento, que con su abundante caudal formó una ribera, camino del Guadalete, donde llegaron a enclavarse unos diez molinos.

 

Bibliografía

 ·Ortega, Manuel L. La vida que pasa. «La nueva línea de automóviles. De Jerez a Arcos, Bornos y Villamartín». Empresa Editorial Andaluza. 1916.

·Vidal Jiménez M. Crónicas en torno a Villamartín. Ayuntamiento de Villamartín. 2001.

·Archivos Históricos Municipales de Villamartín. Actas capitulares. 1913.

 

© del texto, Pedro Sánchez Gil, salvo entrecomillados.

© de las imágenes, lo señalado en los pies de foto.

© de esta publicación, «Villamartín.CádizBlog de Pedro Sánchez».


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