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domingo, 11 de agosto de 2024

«La nueva línea de automóviles. De Jerez a Arcos, Bornos y Villamartín»

La vida que pasa. Tierra andaluza – Manuel L. Ortega

(Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez)

 Con la colaboración de Ernesto Pangusión Cigales

 

El libro La Vida que pasa, fue escrito por Manuel Luis Ortega Pichardo (El Dómine Gafas) y editado en 1916 por la Empresa Editorial Andalucía con sedes en Madrid y Jerez. En principio, diríamos que es un libro costumbrista, donde se recopilan veintitrés crónicas de distintos escenarios, casi todos de la provincia de Cádiz, describiendo las características de la sociedad y las costumbres de principios del siglo XX. Como buen periodista, el autor plasma en ellas una foto de la realidad, con técnica más propia del etnólogo que registra lo que encuentra, sin críticas ni juicios de valor sobre el presente o el pasado. Para nosotros tiene un especial interés, pues dos de las crónicas corresponden a sendas visitas a Villamartín, con motivo de sus fiestas mayores: Feria y Romería.

 

Biografía del autor (1).

Manuel Luis Ortega Pichardo (Jerez de la Frontera, 21 de noviembre de 1888 - Madrid, 23 de enero de 1943) fue un escritor, periodista, editor y africanista español. Profesional temprano del periodismo, cubrió como corresponsal las campañas militares en Marruecos a principios del siglo XX, quedando para siempre seducido por la vida cotidiana, las costumbres populares y la política del Protectorado. Sobre él escribió de primera mano numerosa e importante obra periodística y literaria. Así, en 1925, durante su residencia en Tánger, fundó el influyente Heraldo de Marruecos. (2). Pero quizá el legado más importante, fruto del contacto con los hebreos marroquíes, fue la fundación en Madrid de la editorial CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones), junto a Ignacio Bauer (3), judío sefardí y administrador de los Rothschild en Francia. Por último, y fruto de su preocupación por el progreso económico y las relaciones comerciales, habría que destacar su interesante Guía del Norte de África y Sur de España. Zona del Protectorado de España en Marruecos. Cádiz. Málaga (4). (Fotografía del Dómine tomada de Wikipedia).

Como decíamos antes, se había iniciado muy joven en el periodismo, siendo redactor-jefe del periódico local, Diario de Jerez, hasta asumir la dirección del mismo con solo 21 años (5). Con posterioridad fundó una serie de cabeceras de nuevos diarios en la zona: El Noticiero de Jerez, Don Fastidio, Diario de El Puerto y Diario de Sanlúcar.

Durante la Guerra Civil fue encarcelado por sus ideas conservadoras (6), tras refugiarse en las embajadas de Finlandia e Inglaterra. Desde esta última fue entregado y tuvo que soportar la amenaza diaria del fusilamiento, conociendo en presidio la muerte violenta de parientes y amigos. Finalizada la guerra, intentó retomar su actividad de siempre, publicando una especie de continuación de los Episodios Nacionales que debía culminar justo en los años de la Guerra Civil, a fin de explicar a las nuevas generaciones las claves del estallido bélico. La temprana muerte del editor en 1943 truncó el proyecto, del que solo llegó a salir una entrega (7). Fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y vocal de la Liga Africanista. Él mismo se denominaba «El Dómine» y «El Dómine Gafas», apodo con el que fue ampliamente conocido.

 

(1). Datos obtenidos de la publicación virtual autobiográfica de uno de sus hijos, el pintor y muralista Manuel Ortega: Recuerdos de mi vida y el arte. Más información en este enlace.

(2). Dependiente de la editorial CIAP del Dómine, se mantuvo hasta la independencia de Marruecos en 1956, ejerciendo gran influencia en la opinión pública del Protectorado.

(3). El sefardí Ignacio Bauer Landauer (1891-1961) fue empresario, político y miembro de la Academia de la Historia. Aportó 15.000.000 de pesetas, toda una fortuna en la época.

(4). Centrada por el autor en Comercio y Turismo. En 1917 tiró miles de ejemplares, incluyendo un apartado para Tánger, principales localidades de Marruecos, Cádiz y Málaga y más de 300 fotos y planos. Su utilidad práctica era muy notable, pues incluía horarios de trenes, calendario cristiano, hebreo y musulmán, y multitud de reseñas de empresarios y comerciantes.

(5). Se vio obligado a ocultar este dato para dirigir el periódico, pues la mayoría de edad estaba fijada en los 23 años.

(6). Hombre hecho a sí mismo y cultísimo (15.000 libros guardaba en su biblioteca), según sus hijos, era un monárquico liberal, contrario al excesivo intervencionismo estatal, al que consideraba contrario a la libertad.

(7). Cuando la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, con relato pormenorizado del atentado de Mateo Morral contra el cortejo real.

 

………………………………….

 

El primero de los capítulos que dedica a Villamartín lo titula «Garnier volando. La Feria de Villamartín». En él describe muchos aspectos relevantes del Villamartín de la época (1913) y de su importante feria, cubriendo un suceso inédito en la comarca: el vuelo en aeroplano del francés Leonce Garnier. De la resonancia del espectáculo da fe la masiva asistencia de gentes de la comarca e incluso de Jerez, hasta el punto de ocuparse todos los medios de transporte de los alrededores para llegar al pueblo, poniendo en peligro la misma presencia del periodista, que a punto estuvo de quedarse en Arcos. De paso, nos descubre algunos detalles curiosos del mercado ganadero, como el montaje de tiendas de cada pueblo para sus criadores y tratantes, o la costumbre de la población dispersa por el campo de bautizarse con ocasión de la visita anual al pueblo durante la feria.

También nos presenta a la élite dirigente, con el alcalde a la cabeza (Joaquín Carredano), el líder del Partido Liberal y diputado provincial (Bernardo de los Ríos), el párroco (Francisco Núñez Galván), el encargado de la Cámara Agraria (Cristóbal Romero Martel) y muchos otros personajes. Por otras fuentes, sabemos que, al sobrevolar el ganado de la feria, se produjo una gran estampida del mismo y que el coste de la contratación ascendió a 3.000 pesetas, reunidas con el presupuesto municipal para la fiesta (750 pesetas), al que hubo que sumar una suscripción popular. (8) (Transcripción del capítulo publicado en mi blog «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez» (9).

 

(8). Íñigo Mateos, Manuel. La feria de Garnier. Revista de Feria de 1959. Ayuntamiento de Villamartín.

(9). Enlace

 

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En otro de los capítulos, que Manuel L. Ortega titula «La nueva línea de automóviles. De Jerez a Arcos, Bornos y Villamartín», relata la visita efectuada a Villamartín con motivo de la inauguración de dicha línea. El hecho debió coincidir con nuestra romería del 8 de septiembre, día que el Dómine sitúa en lunes, lo que nos permite fecharlo en 1913, único año que recoge esa coincidencia dentro los años anteriores a 1916, que es cuando se edita el libro.

Proporcionamos la transcripción literal de la última parte, cuando el autor sale de Bornos y se dirige a Villamartín. Inserto en el texto imágenes de la época que no aparecen en el libro, así como ampliación de la información en los pies de foto.

 

De Bornos a Villamartín

«Pasamos junto a Bornos, y enfilamos a lo lejos una calle, calle reidora y luminosa de feria, donde resplandecen multitud de arcos llameantes. Y empieza la carretera recta, implacablemente recta, bordeada de eucaliptus, que ha de llevarnos a Villamartín. La señora Luna, la amante plácida del pobre Pierrot, nos abandona. Mapa de 1917 donde se comprueba el trazado recto de la carretera de Ronda entre las afueras de Bornos y el cruce del Guadalete. (Mapa del IGN).

 

Al llegar a un puente descendemos y lo cruzamos a pie: es un puente de madera, tan poco firme como las promesas de nuestros gobernantes (10). Bajo él corre manso y murmurador el río Guadalete. Nos dan ganas de ofrecer a este pobre río, como Dumas al Manzanares, un vaso de agua (11). Imagen de 1917 del puente de mampostería que cruza el autor cuatro años ante. La riada de ese año acabó destruyéndolo siendo necesaria la barcaza de cuerda para cruzarlo. (Del libro Villamartín).

 

—¡Villamartín, aquello es Villamartín! —grita Julián, señalando un rosario de luces que corona la cresta de un monte.

 

(10). El «puente de madera» al que se refiere sería, posiblemente, el de mampostería de finales del siglo XIX, que el Guadalete destruyó en varias ocasiones, y que debía presentar en esos momentos algún arreglo provisional con maderas.

(11). Se comenta que Alejandro Dumas, viajando por Madrid, después de haber bebido medio vaso de agua, ofrecido por un típico aguador, arrojó al Manzanares el resto diciendo: «Tiene más sed que yo».

 

En Villamartín

Ya el vecindario duerme: gente morigerada, de buenas costumbres, hechas a la dura vida del trabajo, la noche la emplean en reparar sus fuerzas agotadas por la labor diaria. En la plaza de Alfonso XII saludamos a D. José Romero (12), y a D. Ramón Gutiérrez Sirés (13), y a Fernando Romero Martel (14); y agradablemente sorprendidos abrazamos a Jacobo Molina (15) y a Santiago Lozano, que en Villamartín desde el día anterior nos esperaban. Después de descansar un rato en el Casino Conservador, en un ambiente de caballerosa hospitalidad, nos sentimos atraídos por las mullidas plumas de la fonda pueblerina (16). (Foto tomada de Imágenes de un Siglo II).

Y allá fuimos, pero no llegamos, porque el hombre propone y los acontecimientos disponen.

Y a las dos de la madrugada, el Dómine se estaba afeitando en una barbería de Villamartín —en la linda villa el servicio de Fígaros es permanente como en Jerez el de las funerarias —; y un poco más tarde con Sánchez Robles (17), un vencido en la lucha por el ideal, y Fernando Romero Martel, charlábamos y charlábamos de cosas pretéritas.

¿Quién no puede gustar la poesía de los recuerdos ha sabido vivir?

 

(12). José Romero Romero, importante personaje del Villamartín de finales del siglo XIX y primer tercio del XX. De profesión abogado, ocupó numerosos cargos en la localidad: alcalde, juez municipal, concejal, diputado provincial, corresponsal del Banco de España, jefe del Partido Conservador… La actual calle Virgen de los Reyes llevó su nombre.

(13) Agricultor y ganadero, nacido en 1875, explotaba la finca de la Nava y mantenía negocios en Villamartín, donde llevó la empresa de autobuses hasta su venta. Construyó un gran garaje al final de la avenida de la Feria, conocido después como el de los Amarillos. En 1913 figura como corresponsal de banca.

(14). Hijo de José Romero Romero y miembro de una familia destacada del Villamartín, junto a sus hermanos Francisco (sacerdote), Cristóbal (alcalde en 1930, encarcelado por participar en la Sanjurjada y fusilado en Utrera en 1936), Ildefonso (alcalde en 1920) y Manuel (político conservador muy activo durante el franquismo).

(15). Bodeguero y fabricante de coñac y otros licores destilados. Marcas conocidas: amontillado Patria, anís del Chucho o ponche Jacolina.

(16). Podría tratarse de la Fonda Victoria en la que se alojó cuando el vuelo de Garnier.

(17). Personaje no localizado. Esa mención a “un vencido del ideal” suena a simpatizante del carlismo.

 

En la ermita de la Montaña

 

El día de la Virgen de la[s] Montaña[s], 8 de septiembre, es uno de los días más festejados de Villamartín.

A la ermita, para adorar a Nuestra Señora con fe sencilla, acuden romeros de los pueblos vecinos, y allá en la montaña, en un rinconcito pintoresco, se congregan los fieles de Montellano, de Arcos, de Bornos, de Prado del Rey, de Villamartín.

Y en la mañana del lunes, galantemente invitado por Pepe Romero Martel (18), un joven y cultísimo abogado, en un quitrín arrastrado por dos caballos, hábilmente regidos, iba el Dómine hacia la ermita.

El camino ofrecía un aspecto típico. Campesinos robustos llevando a la grupa del caballo a sus mujeres, ataviadas con trajes de vivos colorines y rameados, marchaban orgullosos para orar ante la Virgen; los coches se cruzaban con un loco cascabelear alegre, y de vez en vez, el eco de las bocinas de los autos de la nueva empresa, que iban cargados de pasajeros, ponía una nota grave en la fiesta.

Allá en los alrededores de la ermita, en corros bailaba la gente del pueblo, esperando la hora de la función principal: otros se acomodaban en las tiendas, colgadas de yedra, y la manzanilla pálida y suave corría por los gaznates, como un río de alborozo.

Predicó elocuentemente durante la función, con elocuencia sobria y castiza, aprendida en las fuentes de la oratoria española, sana, y fuerte y vibrante, el párroco de Villamartín Sr. Núñez Galván (19).

Lindas jovencitas cantaron preciosos trozos musicales, coplas ingenuas, fragantes y lozanas, como flores del campo.

Después se celebró el acto solemne de bendecir los automóviles (20).

Y cuando terminada la ceremonia marchábamos para el Rozalejo [Rosalejo], donde se sirvió un lunch espléndido, cruzó el Dómine unas cuantas palabras de aliento, con este abogado, tan amante de su patria chica, que se llama Pepe Romero Martel.

(18). José Romero Martel aparece en los anuarios de esos años como abogado, junto a sus hermanos ya nombrados.

(19). Natural de La Puebla de Cazalla (Sevilla), fue nombrado párroco de Santa María de las Virtudes en 1911, permaneciendo al frente de la misma hasta 1920. Sacerdote celoso y de febril actividad apostólica, organizó varias asociaciones, entre ellas Las Marías de los Sagrarios Abandonados, la catequesis parroquial, los cultos solemnes, entre los que destacaba la octava a la Inmaculada y creó el primer coro parroquial del que se tengan noticias.

(20). Cuando se adquiría un vehículo, la tradición imponía hacer el primer viaje a la ermita de las Montañas. Con ello se lo «bendecía» y se pedía a la Virgen protección para evitar los accidentes de tráfico. Con más razón aún, tratándose de autos de transporte público. Todavía hoy somos muchos los villamartinenses que continuamos esa costumbre.

 

En Rozalejo

 Es una hacienda grandísima. Pertenece a la Duquesa de la Conquista (21): en una iglesia casi subterránea de tres naves, evocamos la memoria de los viejos propietarios del inmueble, de nobilísima estirpe. El lunch, servido por el popular Pepe Caballero, fue selecto, y a él concurrieron cerca de doscientas personas.

Hicieron los honores, espléndidamente, con esa esplendidez hidalga, ranciamente española, que no muere nunca, D. José Romero, y sus hijos; D. Julián Armario (22), D. Ramón Gutiérrez Sirés, D. Bernardo de los Ríos (23), y Paquito Gutiérrez (24), que está que trina porque su padre no le dejó volar en Cádiz, y ha jurado por todos los dioses que volará en Villamartín (25). Y con tales anfitriones, ¿para qué decir que la fiesta, fue un acto hermoso de fraternidad, donde se vertieron sanas ideas y grandes proyectos... y más de doscientas botellas de riquísimo C.Z. (26), y del no menos rico Fino Patria (27), de nuestro querido Jacobo Molina.

 

(21). Posiblemente se trate de un error. No parece que ninguno de los titulares del Ducado de la Conquista hayan sido propietarios de El Rosalejo.

(22). Debe referirse a Julián Armario Gómez, corredor de comercio, regidor-interventor en 1912 y concejal en corporaciones posteriores.

(23). Personaje destacado del pueblo en el primer cuarto del siglo XX, del que fue alcalde. Labrador e industrial, instaló el primer alumbrado eléctrico en esta población en 1906.

(24). Se trata de Francisco Gutiérrez Peñalver, único hijo varón de Ramón Gutiérrez Sirés. Hizo la carrera de derecho y fue ejecutado por partidarios de la República en los primeros meses de la Guerra Civil en Ronda. El cuerpo aún no ha aparecido.

(25). Debe referirse al vuelo de Garnier que realizó en Villamartín en la Feria de San Mateo en septiembre de 1913, es decir, unos días después de esta crónica.

(26). Vino muy prestigioso, cuyo nombre corresponde a las iniciales del fundador de la bodega en 1650, Pedro Alonso Cabeza de Aranda y Zarco. Llegó a ser una de las marcas históricas de Jerez, con exportación a todo el mundo. La bodega ha cambiado el nombre y se llama actualmente "Bodegas Tradición", perteneciente al grupo Rivero.

(27). Probablemente, se trata de un error. Que sepamos, Jacobo Molina anunciaba con el nombre «Patria» un amontillado. No hemos encontrado referencias a un fino de su bodega con ese nombre.

 

De vuelta de la romería

 La animación no decayó hasta muy tarde. Besados por los últimos rayos del sol, bajábamos por la carretera, hacia Villamartín.

En una vuelta del camino, tuvimos el gusto de emplazar para luego en el Casino, a D. Alejandro Ivison (28).

Retornamos a Villamartín, donde Julián Armario se constituyó en cabeza visible de un complot, para que no regresáramos a Jerez, y en Villamartín nos quedamos encantados entre estos amigos tan buenos y tan cariñosos.

Y después de despedirnos de Alejandro Ivison, —el jerezano que ha sabido crear la línea de San Fernando a Algeciras—, que salió para la tierra del vino en su Hispano-Suiza, D. José Romero y Gutiérrez Sirés, nos invitaron a comer.

Y entre las elucubraciones de Santiago Lozano, tormento de Cristóbal Romero y regocijo nuestro, y tras unos gorgoritos sabios de Jacobo Molina, que cantó el Pieta Signore (29), se deslizó la comida amenamente.

 

(28). Alejandro Ivison Pastor, importante emprendedor jerezano creador de la línea de autobuses Cádiz-Algeciras y puntos intermedios, que con el tiempo acabaría transformándose en los Transportes Generales Comes.

(29). Obra del compositor barroco Antonio Stradella (1643-1682), antaño muy conocida, con famosas interpretaciones modernas de Pavarotti, Andrea Bocelli y Alfredo Kraus, entre otros.

 

De regreso — En la tempestad

 

Ya estamos otra vez instalados en el auto. Son las dos de la tarde del Martes [del día 9].

En la plaza de Alfonso XII, nos despiden afectuosamente estos buenos amigos de Villamartín.

Retornamos los mismos que salimos, excepto Julián Armario, este hombre jovial y… gordo, que se queda entre los suyos.

Se oyen vivas a Villamartín y a Jerez cuando arranca el coche.

Y allá queda la linda villa, hundiéndose en la distancia.

Una tempestad nos sigue durante el viaje de regreso: las nubes plomizas corren tras el coche.

 

Contemplamos a lo lejos, sobre Bornos, el pino gigantesco que, según la frase andaluza de un compañero, cubre con su sombra una aranzada de tierra (30); y pasamos ante el pintoresco pueblecito cantado por Fernán Caballero (31), rodeadas de huertas, las casitas blancas del Nacimiento (32).

[…]Nuestra impresión del viaje se sintetiza en esto: un profundo agradecimiento como jerezanos y como periodistas a los Sres. Romero, Gutiérrez Sirés, Armario y de los Ríos, y a los amigos de Villamartín; y en la retina el deslumbramiento de la belleza de los paisajes serranos y de la, gentileza de las mujeres de la linda villa que corona un monte, de esa villa a la que pueden aplicarse, con ligera variante, los versos sencillos de Trueba: (34)».

Es allí el aire más puro,

y está más cerca del cielo.

 

(30). Sin duda se refiere al Pino de las Hoces, situado en el término de Arcos de la Frontera, pero muy visible y cercano a Bornos, del que hay múltiples referencias por su gran tamaño.

(33). Cecilia Böhl de Faber. Autora de Un verano en Bornos (1864).

(34). Debe referirse al gran manantial de Bornos denominado Gruta del Nacimiento, que con su abundante caudal formó una ribera, camino del Guadalete, donde llegaron a enclavarse unos diez molinos.

 

Bibliografía

 ·Ortega, Manuel L. La vida que pasa. «La nueva línea de automóviles. De Jerez a Arcos, Bornos y Villamartín». Empresa Editorial Andaluza. 1916.

·Vidal Jiménez M. Crónicas en torno a Villamartín. Ayuntamiento de Villamartín. 2001.

·Archivos Históricos Municipales de Villamartín. Actas capitulares. 1913.

 

© del texto, Pedro Sánchez Gil, salvo entrecomillados.

© de las imágenes, lo señalado en los pies de foto.

© de esta publicación, «Villamartín.CádizBlog de Pedro Sánchez».


sábado, 27 de abril de 2024

La Caseta Municipal de Villamartín

Artículo publicado en el Libro de Feria de 2023

 Versión en PDF. Descarga


La por entonces avenida Jiménez Maza en la década de 1960. En la margen izquierda, según se baja, aparece ya construida la Caseta Municipal y con bastante arbolado; sigue presente el calistral de la barranca. El real de la Feria de San Mateo se instalaba en ambos márgenes. Fot.: Bernal Cisuela. Imágenes de un Siglo I.

 

Antecedentes

 

Las casetas municipales son tan antiguas como la ferias. Desde antaño eran el lugar principal de reunión durante los festejos de los pueblos de España. Patrocinadas por los Ayuntamientos, en muchas ocasiones, en localidades medianas y pequeñas, era la única que se montaba de forma precaria en el real de la feria, completada con los bares fijos del entorno. Normalmente su explotación se sacaba a subasta cada año o por temporadas. En nuestro pueblo su ubicación fue variando a medida que lo hacía el real de la feria. Debió estar en la Plaza, en la calle de El Santo e incluso en alguna ocasión se pudo situar en la Alameda, donde tuvo poco éxito por su lejanía a la feria de ganado. Aunque no hay referencia a la ubicación, el libro República, Guerra Civil y represión en Villamartín recoge un lejano incidente ocurrido en nuestra caseta municipal el primer día de feria de 1935: «Y como en el transcurso del almuerzo se diera por algunos comensales un Viva a la Virgen de las Montañas, y éste fuera contestado por el público con un Viva a Azaña, los que dieron el primer viva, llevados de la excitación que producía el estado de embriaguez en que se encontraban, discutieron con los que de la forma dicha les habían contestado, llegando a darse algunos golpes».

 


Portada de feria en la Avenida en la que es visible el toldo de la caseta municipal a la derecha. Finales de la década de 1940.  Imágenes de un Siglo I.

 

Ya con imágenes que nos confirman su ubicación la vemos en la parte alta de la Avenida en la década de 1930 y 1940 y a medida que el real de la feria va bajando, también lo hace la caseta. Según Bernal Cisuela en esas décadas pretéritas la municipal era la única caseta con orquesta y baile, donde pudo actuar la orquestina Sampalo y las bandas de música del momento.

 

Década de 1950

 


Postal de la década de 1950. El recuadro de color blanquecino en mitad de los eucaliptos es el solar de la caseta municipal antes de la construcción del edificio de mampostería. Imágenes de un Siglo I.

 

A medida que avanza la década de 1950 la caseta cambia de ubicación, pasando a la margen izquierda de la Avenida, aunque no era más que un solar en medio del gran calistral, que ocupaba la denominada barranca, como nos muestra una postal de esa época. Cada año, cuando llegaba septiembre, empezaba el montaje de su estructura para cuatro días de feria, material que había que guardar hasta el año siguiente o alquilar. Dada esta circunstancia el Ayuntamiento se plantea la construcción de un edificio de mampostería con restaurante-cafetería, salones de estar y zona ajardinada a la entrada, con veladores para el buen tiempo, además de una buena armadura para acoger la pista de baile y el clásico estrado para las orquestas; completado con terrazas que se llenaran de veladores y sillas durante la feria. Este, realmente, es el inicio de nuestra Caseta Municipal, establecimiento emblemático para Villamartín. Antes hubo que adecuar el lugar, ampliar el solar existente, eliminar eucaliptos y sobre todo limpiar de inmundicias la barranca, autentico lodazal y estercolero al que se arrojaba desde arriba escombros y basura: una vieja aspiración de los sucesivos Ayuntamientos.

 

Toma cuerpo el proyecto: presupuestos y acuerdos municipales

 


Fotografía posiblemente de 1957 en la que aparece la armadura de la pista de baile en construcción. A la izquierda destaca por su blancura y soledad el bloque de pisos de San Sebastián. Fto.; José Jiménez, Blancanieves. Imágenes de in Siglo I.

 

Llegado el año 1957 la Avenida va tomando cuerpo, aun con pocas edificaciones, pero ya con la antigua Carretera Nueva bien trazada, incluso con alumbrado y rotulada desde 1955 como avenida Manuel Jiménez Maza. Pepe Bernal, acompañado de su señora que empuja un cochecito de bebé, quiere perpetuarse en la imagen y le indican a José Jiménez Blancanieves que capte una buena panorámica; así lo hace con maestría, dejándonos un gran recuerdo de lo que fueron los orígenes de la Avenida, justamente cuando se iniciaban las obras de la deseada Caseta Municipal. Bernal Cisuela quedó escrito: «A la derecha, vemos la armadura o esqueleto de la caseta municipal, que se construyó porque era un problema todos los años cuando se celebraba la feria tener que montarla, alquilando toldos y demás utensilios necesarios, optando el Ayuntamiento por levantar una definitiva de mampostería».

Así lo ratifican dos actas de pleno del 2 y 8 de mayo de 1957, ambos presididos por el alcalde Adolfo Blanco. En la primera se justifica la necesidad de su construcción: «Los Sres. del Ayuntamiento pasaron a considerar sobre la necesidad sentida de construir de una forma estable y permanente una Caseta Municipal en el sitio más adecuado del destinado al real de las Ferias de Ganados de esta Villa, ya que con ello se evitarían cuantiosos gastos. […] En su consecuencia acordaron por unanimidad se proceda […] a su construcción […] en el lugar en que estuvo instalada en la última Feria de Septiembre». A continuación, se procedió a examinar los presupuestos y proyectos para la obra de mampostería presentados por el perito alarife de la villa Esteban Benítez Sánchez, dos para la armadura, uno de hierro (presentado por Hijos de Miguel F. Palacios S. A. de Sevilla) y otro de fibrocemento (elaborado por Hierros, Forjados y Cementos S. L., también de Sevilla). Fueron elegidos por unanimidad el de mampostería, del perito alarife, para la edificación y el de fibrocemento para la armadura; pero algo debió ocurrir en las jornadas siguientes para que seis días después el alcalde Adolfo Blanco convocara un pleno extraordinario en el que «la Presidencia manifestó que captado el estado de ánimo de la mayoría de los Capitulares, que al parecer no estaban conformes con el [anterior] acuerdo adoptado; […] había visto oportuno convocar esta sesión pública extraordinaria para volver a tratar el asunto». Así se hizo y tras amplia deliberación se llegó a un nuevo acuerdo que básicamente consistió en contratar el proyecto de hierro de Hijos de Miguel F. Palacios en detrimento del de fibrocemento, y adaptar el de mampostería del perito de la villa a la nueva armadura metálica. También se acordó instar a la mencionada empresa para que procediera «a la construcción de la armadura de hierro a la mayor brevedad posible, de forma que […] quede instalada para la próxima Feria de Septiembre». De las casi 88.000 ptas. presupuestadas anteriormente se pasó a las 107.513 ptas./114.000 € (1), comenzando de forma inmediata las obras ya que solo quedaban apenas cuatro meses para la Feria de San Mateo. El dinero pudo obtenerse de un anticipo de la Diputación Provincial de 100.000 ptas. y el resto del presupuesto ordinario.

(1). Esta y otras referencias entre pesetas del año en cuestión y su equivalencia en euros del año 2022 han sido establecidas de forma muy aproximada usando los datos medios ofrecidos por la web MeasuringWorth.com.

 

Inauguración de la Caseta Municipal

 


La empresa sevillana cumplió y ese mismo septiembre de 1957 estuvo colocada la armadura de hierro, que pudo cubrirse con toldos, paneles y farolillos para los festejos feriales que se llevaron a cabo en la caseta: bailes regionales, veladas musicales, concurso de feos, concursos de bailes, elección de la reina de las fiestas y divertido cotillón. Desconocemos si se pudo usar el bar de la caseta de mampostería en construcción o se instaló una barra provisional. Para 1958 sí se pudo reinaugurar ya más completa, siendo necesarios nuevos presupuestos, como la partida de 10.794 ptas. librada el 17 de enero de 1958 para techar de uralita la cubierta de la armadura. También ese mismo año fue aceptada por parte del Ayuntamiento la oferta de Basilio López Peña para tomar en arrendamiento su explotación, acuerdo que fue prorrogado en bastantes ocasiones. Para ese septiembre se repitió un programa de festejos muy similar al anterior, aunque para celebrar la ocasión se contrató «una renombrada orquesta».

 

Sucesivas reformas y adecuaciones en la edificación y sus dependencias

 


Armadura de hierro cubierta de uralita para la pista de baile. 1988. Fot.: Pedro Sánchez Gil.

 

Aunque inaugurada y en funcionamiento, la Caseta Municipal necesitó numerosas ampliaciones y reformas para adaptarse a la nueva década de 1960, en la cual Villamartín parecía salir, poco a poco, de los años de miseria y hambruna sufridos tras el fin de la Guerra Civil y la inestable década anterior en la que solo una parte de la población pudo mantener un nivel de vida bueno o al menos aceptable. Bajo la dirección de Basilio López Peña como arrendatario y con autorización del Ayuntamiento, pasada la feria de 1958 y hasta 1963 se siguen realizando importantes obras por un importe económico incluso superior al presupuesto inicial para su construcción, sin duda necesarias para adecuar tan importante lugar y conseguir su uso ininterrumpido, como veremos, para otros muchos eventos además del ferial.

· Ya hemos comentado el techado con uralita de la armadura realizado en 1958, que permaneció largo tiempo en uso, con alguna reforma en 1985, visible en la imagen de 1988.

· En el otoño de 1958 la caseta es acondicionada para poder ser usada también en invierno.

· Durante 1959 las actas municipales recogen al menos tres autorizaciones para que el arrendatario Basilio López Peña realice obras de ampliación.

· En 1961, Basilio fue autorizado a cerrar la pista de baile con paneles de madera en la parte superior, además de zócalo y cristaleras para su uso en invierno.

· En 1963, acabada la feria el arrendatario acomete importantes obras de adecuación por un importe de 145.000 ptas. / 98.000 €.

· La arboleda de su entorno creció, formada principalmente por árboles de hoja caduca llamados moreras, que proporcionaron abundante sombra para las tardes de otoño y primavera, trasparencia para los rayos solares en invierno y hojas para los gusanos de seda.

 


Exterior de la Caseta Municipal bien protegida por la sombra de las moreras poco después de su construcción. Fto.: Bernal Cisuela. Imágenes de un Siglo I.

 

Tras estas últimas obras referidas, nuestro local de espectáculos y fiestas populares de referencia parece ser que quedó bien acondicionado porque no encontramos nuevas e importantes obras hasta la década de 1980, aunque ya en enero de 1979, el arquitecto José Luis Morales Isidro elabora un «Anteproyecto de bar restaurante y adaptación de la Caseta Municipal» para «la adaptación de dicha caseta que en la actualidad queda muy reducida para el numeroso público que concurre en los días de las Fiestas Locales»; el proyecto, muy ambicioso por cierto, pretendía el derribo del bar, la creación de otro de dos plantas de 362 m2 y una vivienda para el arrendatario. Aunque no vio la luz, sirvió de base para el siguiente, elaborado en 1982 por el arquitecto Rafael Otero González.

En julio de 1982 un pleno en sesión pública, autoriza al alcalde Antonio Pérez Vidal, «dado el estado de deterioro que se encuentra el bar y el entorpecimiento que supone el mismo en el recinto», a «la demolición del edificio destinado a bar de la Caseta Municipal […] y al arrendamiento provisional del recinto destinado a caseta [solo por] el mes de septiembre de 1982 [por el] precio de 100.000 ptas. [3800 €]». El derribo lo lleva a cabo ese mismo verano Manuel Perea Fernández, El Chorlo. El citado proyecto del Sr. Otero contemplaba la obra completa por valor de algo más de 24 millones de pesetas / 890.000 €. Una vez efectuadas estas obras de demolición, completadas con la adecuación de los servicios, camerinos y una limpieza general del solar, hay que esperar a 1985-86 para ejecutar el «Proyecto básico de bar municipal y ordenación de su entorno en la avenida Jiménez Maza», firmado por nuevos arquitectos. Tras las correspondientes adaptaciones, el citado proyecto, es llevado a cabo mediante obra del Plan de Empleo Rural (PER), que esencialmente consistieron en construir un buen restaurante en la terraza superior (paralela a la calle Extramuros), una nueva balaustrada y las dos terrazas restantes dejarlas en toda su amplitud para el público asistente a las actuaciones, con escenario en cada una de ellas y los correspondientes servicios y camerinos. Por lo tanto, durante los años 1982, 83 y 84 la caseta solo funcionó durante feria y en momentos puntuales, al no disponer de bar-restaurante fijo. Ya en la legislatura del alcalde José A. González Pavón se hizo el nuevo bar abajo y se adecuó la dependencia superior para otros usos distintos a bar-restaurante.

 

Los responsables arrendatarios de la Caseta Municipal

 


Un elemento constructivo que ha permanecido constante en el inmueble de la caseta ha sido la balaustrada que la cierra perimetralmente. Fot.: Imágenes de un Siglo II.

 

El primer arrendatario de nuestra Caseta Municipal desde su construcción fue el villamartinense Basilio López Peña, importante industrial, además de miembro de la Gestora Municipal nombrada por el gobernador civil en 1948 y concejal por el tercio industrial en 1949. Ese mismo año formó parte de la comisión municipal nombrada por el alcalde Adolfo Blanco relacionada con la traída del agua. Basilio tuvo que ver las buenas posibilidades que ofrecía este negocio porque ya en junio de 1958 presentó una oferta ante el Ayuntamiento que, tras ser tratado por la Comisión Municipal Permanente e informado por la Secretaría Municipal, recibió la aprobación del Pleno en julio de ese año. Como hemos visto anteriormente, no solo se hizo cargo del bar-restaurante sino de su adecuación hasta completar un establecimiento digno para Villamartín.

 


Bajo la sombra de las moreras, los veladores de la Caseta siempre fueron un lugar muy agradable para el almuerzo o el café de sobre mesa. En uno de los veladores José Hidalgo Palomo, director de la Agrupación Municipal de Música. Col.: Dolores Hidalgo.

 

Tras el fallecimiento de Basilio en 1963 es traspasado el arrendamiento a sus herederos, firmando un nuevo contrato el Ayuntamiento con ellos; se realiza en la primavera de 1964 en el que se especificaba una renta mensual de 1.200 ptas. / 740 € con carácter retroactivo a octubre de 1963. De su dirección se hacen cargo su mujer María Josefa Vázquez Franco, ayudada por sus hijos Basilio y Juan López Vázquez. Hacia 1970 la arrienda José Bernal Jarén (Pepe Terrón padre), el que tuvo un bar en la calle Botica famoso por su sangre con tomate, ayudado por sus hijos Pepe, Fernando y Luis, aunque el que acaba quedándose con el negocio es su hijo José Bernal Gilabert, más conocido por Pepe Terrón. Nuevos regentes firman contratos con el Consistorio como Ramón Vázquez Martel (Martelito el de la Casa de los Martínez) con su mujer María Clavijo Benítez (ya en la década de 1990), Andrés Gil Frutos, Cristóbal González Pérez y Manuel Pavón Morales.

 

Los años de oro de la caseta

 


Carpetilla que contenía el abono con todas las entradas para los días de feria, en este caso, las de 1985. Col.: Tere Calvellido León.

 

Sin duda, la llegada de la democracia en 1979 y la formación de nuevas corporaciones supuso un revulsivo para nuestra Caseta Municipal; uno de los objetivos de esas primeras corporaciones fue dar entrada a todo el pueblo en «su caseta», además de traer las mejores actuaciones andaluzas y nacionales, consiguiéndose un nivel musical propio de ciudades; no es que hubiera cada feria una figura destacada, es que la había ¡cada día! Los alcaldes Antonio Pérez Vidal y Carlos Holgado Morilla elevaron mucho el listón, posiblemente en demasía para las arcas municipales. Pese a todo, no empezó bien la década. En el pleno municipal de 12 de septiembre de 1980, el concejal del Partido de los Trabajadores de Andalucía (PTA), José Luis Rodríguez Lara Pantisco, propone a la Corporación «que teniendo en cuenta el poco poder adquisitivo de los vecinos que se encuentran incluidos en el Paro Obrero, y con el fin de que puedan disfrutar de las diversas actuaciones en la próxima feria a celebrar en la Caseta Municipal, el abono para entrar en la misma se les reduzca en un 50 %». Se sostiene una amplia discusión, se acepta la propuesta y además, aunque esto no lo pidió Rodríguez Lara, «se acuerda proceder a la invitación a cuantos actos se celebren en el mencionado recinto, a los Sres. Concejales y Funcionarios Municipales». A los vecinos habituales de la caseta no les gustó este acuerdo que favorecía a ciertos colectivos; tampoco a los jóvenes y pensionistas que se sintieron discriminados, produciéndose un boicot, por lo que los primeros se buscaron otras alternativas que empezaban a aparecer por entonces o se montaron casetas privadas, como la industrial o El Palín, con grupos musicales en directo. Además, los trabajadores acogidos al paro obrero apenas compraron abonos al 50 %, porque, a pesar de dicho descuento, el precio seguía siendo prohibitivo para la mayoría de dichos trabajadores, donde las prioridades eran otras y los sueldos de miseria. Todo ello llevó a una pista de baile casi vacía, pocos veladores ocupados y actuaciones con escaso público el primer día de feria de 1980. El alcalde reúne con rapidez a todos los grupos municipales y tratan de buscar soluciones, entre otras acudir todos conjuntamente con sus familias; a medida que avanzan los días feriales y llegan las actuaciones de Alameda, Elsa Baeza y Josele mejora la situación. Al año siguiente se produce una rectificación y empiezan las actuaciones de artistas de primer nivel. El pueblo respondió y llenó hasta lo inimaginable todas las terrazas, eso sí el abono para muchas personas resultaba demasiado caro.

 


Cartel de mano en el que aparecen el programa de la caseta municipal para la Feria de San Mateo de 1985. Col.: Tere Calvellido León.

 

Tras consultar los «Programa Oficiales de Festejos» que contienen los Libros de Feria, hemos sacado una relación de los artistas más destacados que acudieron a nuestra feria y subieron al escenario de la Caseta Municipal. Por premura en su confección algunos Libros no incluyen el programa de festejos, por lo que faltarán algunas estrellas de la canción. De algunos hemos podido averiguar su caché en pesetas, señalado entre paréntesis, al que hemos añadido un valor aproximado de referencia en euros de 2022.

1973: Los Poster (primer grupo local localizado), la cantante internacional Serenelle, Amigos de Gines e Isabel Pantoja.

1974: Los Tres Sudamericanos.

1975: Unión 75 (actúa por primera vez este grupo de Villamartín y Prado y se convierte en un asiduo), El Pali, Karina y Paco Gandía.

1979: Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, Ballet Zoom de Giorgio Aresu y los Hermanos Calatrava.

1980: Voces de las Marismas, Alameda, Elsa Baeza y Josele.

1981: Manolo Escobar (900.000 / 41.000), Miguel Ríos (600.000 / 27.300), Bertín Osborne (300.000 / 13.600) y George Dann (500.000 / 22.700).

1982: Rocío Dúrcal (900.000 / 35.400), Chiquetete, Rocío Jurado (1.000.000 / 39.500), Los Pecos, José Luis Moreno.

1983: Mocedades, Carmen Sevilla, Víctor Manuel (600.000 / 21.000), Fernando Esteso y Enrique Montoya.

1984: Manolo Escobar, Juan Pardo, Los Chichos, Ecos de las Marismas y el grupo rociero local Pueblo Blanco.

1985: George Dann, Dúo Sacapuntas, Manolo Codeso, José Luis Perales y Cantores de Híspalis.

1986: Orquestas Unión 75 (125.000 / 3200) y Expresiones. Los Francis. P`Andalucía.

1987: La Pequeña Compañía, Bordón 4, El Fari, Enrique Montoya y Paco Gandía

Sin poder concretar año: María Jiménez, Paloma San Basilio, Maricarmen y sus muñecos…

(Nota. La anterior relación está confeccionada partiendo de la previsión del programa de festejos insertado en los Libros de Feria que se elaboraba en julio-agosto, por lo que pudieron producirse cambios de última hora).

 


Pocas imágenes se conservan de la pista de baile. En esta se observa el gran ambiente que presentaba al medio día de cualquiera de las ferias de su época de glorias.

 

Estas actuaciones costaban un dineral que solo se compensaba con la fuerte aportación de Atracciones Montiel el de las pistas de los «coches de choques», por lo que fue necesario poner una entrada acorde con el caché del artista o sacar un abono que costaban 1500 ptas. / 50 € en 1981 (2) para toda la feria con el que algo te ahorrabas, y aun así era difícil cubrir gastos, aunque la caseta se llenaba hasta arriba; por eso, algún miembro de la familia o del grupo de amigos debía acudir a su apertura «a coger sitio» y en pocos minutos quedaban copados veladores y sillas. Al faltar las plazas también era ocupada la pista de baile que impedía a los más bailones disfrutar de las orquestas con su consiguiente disgusto. Dicho de otra manera, estas grandes actuaciones rompieron con la dinámica de la caseta y la feria: entrar, bailar, tomar unas tapas, salir, pasear por el real, llevar a los niños a los cacharritos, volver a tomar algo, seguir bailando hasta la madrugada… También es cierto que de forma indirecta se seleccionó al público más acomodado, quedando relegados de la caseta determinados colectivos como pensionistas, parados y clases desfavorecidas. En los años siguiente los concejales de festejos fueron más moderados, buscando actuaciones más puntuales: en 1998 Ecos del Rocío, Los Centella y Frank Bravo; en 1999 Los Hermanos Calatrava, Las Soles y Triana Pura…

(2). Este dato pudo ser erróneo en la versión impresa del Libro de Feria (se fijó el precio de abono en 5000 ptas.). Juan Luis Moreno Bernal, organizador de los eventos feriales nos comenta: «El precio del abono en 1980 fue de 1400 ptas. y el que se ofertó para los parados de 700. En 1981 subió a 1500 ptas. y se incluía, además, la entrada para la Fiesta de Unión de los 19 Municipios de la Sierra de Cádiz que se realizó el 19 de septiembre. La entrada diaria era de 500 ptas. Por otro lado, la actuación del día 24, último día de la feria de ese año, fue una donación del representante artístico de un chico que comenzaba: José Joaquín y su ballet. Al cabo del tiempo el chico resultó ser Joaquín Cortés.

 

Otros usos de la Caseta Municipal fuera del momento ferial

 

A partir de 1963 que estuvieron completados todos los servicios que podía brindar nuestra caseta, fuera del momento ferial, esta se convirtió en el mejor establecimiento de hostelería de Villamartín, pudiendo ofrecerse al público tanto bar como cafetería, restaurante y en general local para grandes eventos puntuales con una buena capacidad de asistencia a los mismos, sobre todo a partir de junio y hasta septiembre que podían hacerse en sus amplias terrazas. Dando un repaso a sus 44 años de existencia (1957-2000), encontraríamos entre otros muchos:

 


Fiesta de los 19 pueblo de la Sierra de Cádiz en la Caseta Municipal. Fot.: Archivos municipales. Imágenes de un Siglo III.

 

· El 19 de septiembre de 1981 tuvo lugar la fiesta de los 19 pueblos de la Sierra de Cádiz en la Caseta Municipal de Villamartín. Charo González Pavón fue elegida Reina de las Fiestas y Miss Sierra de Cádiz. En la imagen, y delante de las mises, actuación de la chirigota Los Celtas Cortos, ganadores del primer premio provincial de aquel año en la final del Carnaval de Cádiz. También actuó el cantaor de flamenco Beni de Cádiz.

· Fuera de feria la caseta también acogió conciertos memorables como el de Carlos Cano hacia 1977-78 organizado para un acto del Partido de los Trabajadores de Andalucía (PTA).

· Actos políticos de presentación de candidaturas de partidos políticos a las elecciones municipales y mítines en general ya en democracia.

· En las noches de finales de agosto o excepcionalmente en los primeros días de septiembre era el lugar ideal para acoger los pregones anuales de la Virgen de Montañas. Uno de los más multitudinarios fue el celebrado el 2 de septiembre de 1989, en el que se nombró romero mayor a Ramon Holgado Pavón, o el de 1984 que pregonó Rafael Sancha Ortega.

· De igual manera, se aprovechó el amplio recinto que ofrecía la caseta para la elección de romera mayor, menor y sus damas en honor de las Montañas.

· Unas veces en julio (por Santa Ana) y otras en fechas más cercanas a romería la Hermandad de las Montañas solía celebrar los recordados Certámenes de Sevillanas, como el VIII celebrado en la Caseta Municipal, en el cual fue proclamada romera mayor Ana María Garrido Carvajal y menor Lucía Gutiérrez Piña.

 


Actuación en la Caseta Municipal de uno de los grupos participantes en el VI Certamen de Bailes Regionales, celebrado los días 15 y 16 de septiembre de 1988.

 

· También fue el lugar idóneo para acoger desde 1983, y hasta que se pasaron a la Plaza, los reconocidos Certámenes de Bailes Regionales, que se acercan ya a su cuarenta edición. La caseta acabó quedándose pequeña dada la gran asistencia de familiares de toda Andalucía más el público de Villamartín. Solían celebrarse entre romería y la Feria de San Mateo.

· Muy recordados son los homenajes ofrecidos a dos sacerdotes y párrocos: Manuel Jiménez Sutil, en 1964, con motivo de su nombramiento como hijo adoptivo de la villa y a José Manuel Álvarez Benítez, en 1991, para celebrar los 25 años de estancia como párroco en nuestro pueblo.

 


Actuación del grupo local Los Litex en 1972 y fuera del periodo ferial. Se observa la pista de baile cerrada con paneles de madera para poder ser utilizada fuera del verano. En la imagen Manuel Gil Aguilera, Juan González Motato (Arocha), Juan Moreno Ramírez, José Álvarez (Pepe Sabina) y Cristóbal García Sánchez (Cristóbal el de las sillas). Col.: Cristóbal García Sánchez.

 

· Desde su inauguración, los alcaldes quisieron mostrar y presumir ante las autoridades provinciales de la magnífica Caseta Municipal de que disponía Villamartín, siendo agasajados con un buen almuerzo en su restaurante, a la vez que, entre copa y copa, se concretaban y acordaban las muchas peticiones que se les solían hacer. Las actas municipales recogen muchas de estas visitas, usamos como ejemplo el «refrigerio» ofrecido al todopoderoso gobernador civil Guillén Moreno en su visita de 1984 que costó 2.606 ptas. / 85 €. También estaba almorzando el presidente de la Diputación Provincial, Álvaro Domecq, cuando se produjo el más pavoroso incendio de Los Chozos el 23 de septiembre de 1958 (año de la reinauguración); ese hecho fue providencial por las urgentes decisiones tomadas desde el primer momento, como construir las casas de la Barriada Domecq para los afectados de forma inmediata, a los que se les entregó las llaves solo un año después.

 

Progresivo y lento decaimiento. Desmontaje

 

Como hemos visto en la relación de actuaciones, en 1986 se vuelve solo a dos grandes orquestas y poco más (un grupo rociero poco conocido y actuaciones infantiles y para la tercera edad al medio día). Seguramente esto ocurrió tras la reflexión municipal y la concejalía de festejos trató de hacer una caseta más participativa (baile de la patata y de la baraja), y menos tipo «gran concierto», tratando de paliar los problemas que ya hemos comentado, además de aligerar el presupuesto. Se puso un abono general mucho más económico, y para determinados colectivos hubo reducciones. Este nuevo giro volvió a dividir al «feriante casetero» y mientras unos disfrutaban a lo largo y ancho de la gran pista de baile, otros emigraban a los nuevos locales que por entonces parecían imponerse llenándose hasta la bandera: Los Chozos (antiguo cine Maravilla), El Búcaro (en la esquina entre las calles Córdoba y Guadalete), El Odeón, el B52 (en uno de los locales que fue cine Avenida), El Café Mágico…; además del auge de las casetas privadas con música en directo. Nuevas corporaciones intentaron el resurgimiento de la Caseta Municipal tras ese bache de 1986, como por ejemplo al año siguiente que volvieron artistas y grupos renombrados, pero sin superar el nivel de aquellos años de oro.

 


Armadura de hierro para alojar la pista de baile desmontada a finales del año 2000. Archivos Municipales. Imágenes de un Siglo III.

 

El real de la feria se extendió hasta el ambulatorio, se ocupó la plaza de Andalucía para los cacharritos y después el solar del antiguo campo de futbol, así como algunas de las calles perpendiculares a la Avenida, se adecuaron solares y naves para el momento, algunos de los cuales llegó a mantener su funcionamiento durante años… pero el real de la feria ya no cabía en el casco urbano. La proximidad del V Centenario (2003) hizo plantearse al Ayuntamiento, presidido por José A. González Pavón, un nuevo recinto ferial a las afueras del pueblo que finalmente fue inaugurado en 2001 con la creación de una gran carpa como caseta municipal. Nuestra añorada Caseta Municipal, inaugurada en 1957 ya no tenía sentido. A finales del 2000, la puntilla final la puso una gran grúa que extendió sus garras hasta lo más alto de la noble y duradera armadura de hierro y a tirones acabó con ella en pocas horas siendo vendida para chatarra; con su desmontaje y retirada desapareció todo un símbolo que arropaba a la pista de baile de nuestra fiesta grande. Habían pasado más de cuarenta años.

 

Nuevos usos

 


Fotografía de 1990 en el que la caseta se convirtió fundamentalmente en un restaurante, con entrada por una de las rampas. Fot.: Pedro Sánchez Gil.

 

Finalizada su función, el Ayuntamiento se encuentra con un amplio solar de 1612 m2 aterrazado y varias edificaciones en mitad del pueblo y de la principal vía urbana. A partir de aquí las distintas corporaciones intentas aprovechar el lugar con distintos cometidos. Hemos podido recordar en la parte superior varias escuela-taller, cesión a las asociaciones locales, castillos hinchables en la antigua pista de baile, pero sobre todo restaurantes. Durante bastantes años la tuvo alquilada Ramón Vázquez Martel, con el bar restaurante en la parte superior, Cristóbal González Pérez, procedente del Rincón de Jandra y, actualmente, el restaurante llamado ALMA, dirigido por Manuel Pavón Morales, haciendo referencia a sus hijas Al-ba y Ma-rta.

El Plan Director del V Centenario recogía para el lugar un proyecto muy ambicioso: convertir el gran solar en un teatro municipal con capacidad para 360 butacas, pero el cambio de gobierno municipal de 2003 frustró la idea, apostando por una ubicación distinta y unas instalaciones menos preponderantes. Hubiera sido un gran sitio la caseta municipal. Aquí, se perdió la oportunidad de haber construido el gran teatro municipal que se merecía nuestro pueblo.

 

Anécdotas y conclusiones

 


En tan largo periodo de tiempo de funcionamiento es lógico que se hayan producido decenas de acontecimientos privados y colectivos que muchos recordarán al leer este artículo. Seguro que surgieron noviazgos; accidentes como el gran pedrusco que lanzaron desde arriba unos energúmenos irresponsables y cayó sobre la cabeza de un bebé; encuentros, firma de autógrafos en tarjetas promocionales para los fans, fotografías con los artistas admirados, … Comentemos algunas:

· Miguel Ríos se presentó el 21 de septiembre de 1981 con un gran tráiler que aparcó junto a la caseta ocupando media Avenida y tapando el puesto de El Charinga, el cual protestó; el mismo Miguel zanjó el tema: «¿Cuánto gana Vd. en una noche? Tanto. Pues aquí tiene un poco más; el tráiler no se puede mover». Necesitó tanta potencia eléctrica para el equipo de música que fue necesario un cableado especial desde el transformador más cercano. Solo llevaba unos minutos actuando cuando se abrió el cielo y en poco tiempo cayó un chaparrón intensísimo; la caseta que estaba hasta arriba chorreaba agua por todos lados, los toldos soltaban auténticos torrentes sobre la megafonía; Miguel decidió suspender la actuación por peligro de electrocución. Algunos afirman que se marchó al Tulipán Rojo a «calentarse». También su coche se vio afectado por el aguacero y el concejal Antonio Cotrino tuvo que llevarlo al hotel Macarena de Sevilla.

· Ese mismo año (1981) vino Bertín Osborne que tuvo sus palabras con los porteros, incluso con la alcaldía, cuando le exigieron la entrada a su mujer y acompañantes. Y es que ese año, tras lo ocurrido en 1980, tuvo que pagar todo el mundo, hasta las parejas de la orquesta UNIÓN 75.

· Isabel Pantoja actúa por primera vez en Villamartín en 1973, con 17 años recién cumplidos, viniendo, por supuesto, acompañada de su madre. Volvió en otras ocasiones, y por lo que nos cuentan los componentes de UNIÓN 75 que coincidieron con ella solo traía su voz y las partituras, es decir, sin músicos y sin megafonía, por lo que eran las orquestas las que tenían que poner el equipo de sonido y el acompañamiento musical, previo ensayo. Añaden, que como no se lo pidieran, no solía pagar a los conjuntos ese trabajo.

· Divas y divos suelen poner condiciones especiales en el camerino. Llamó la atención que Carmen Sevilla solicitó «un vaso de wiski doble siempre lleno y mucho te con limón». También fue recordada por dejar solos a sus músicos para cambiarse de vestuario infinidad de veces.

· El aforo no siempre fue suficiente, pero si una actuación sobrepasó todo lo previsto fue la de Los Chichos. Ya se lo anunció el representante artístico Manolo Sevilla al concejal de festejos Juan Aguilera García y a su colaborador Andrés Gil Reguera: «Con los Chichos seguro que llenáis y podéis pagar su caché solo con la entrada». Y así fue, la gente saltaba la tapia trasera de la caseta montándose por encima de mesas y sillas hasta colapsarlo todo. El espectáculo se retrasó porque llegaron tarde, y algo «cargados».

· Como curiosidad, indicar que una hermana del empresario de Atracciones Montiel, la bailaora flamenca Carmen Montiel, actuó en la caseta en la feria de 1972, y el propio hermano, que montaba en exclusiva las atracciones de la Feria de Mayo, regaló a mediados/finales de la década de 1970 al pueblo de Villamartín un Seat 1500 blanco de uso de transporte sanitario, convirtiéndose así, en la primera ambulancia del pueblo, conducida principalmente por los municipales Fernando Rodríguez Fuentes y Santiago Pérez.

Trascurridos sesenta y seis años pensamos que fue una decisión acertada crear una caseta municipal fija y permanente, que cumplió su cometido durante la segunda mitad del siglo XX con sus altibajos, sus periodos de lugar indiscutible para divertirse en San Mateo, sus momentos gloriosos más que como caseta de feria, como local de grandes conciertos; y también sus momentos de rechazo por el pueblo. En cuanto al siglo XXI, pensamos que las diversas corporaciones no han sabido usar todo el potencial que ofrece esa propiedad municipal, con una extensión superior a los 1600 m2 en un lugar tan privilegiado, donde se podrían haber concentrado diversos servicios municipales relacionados principalmente con la cultura (teatro municipal, biblioteca, casa de la juventud, salas polivalentes…) siendo usada, en cambio, casi en exclusividad con cafetería y restaurante. Veremos lo que nos deparará el futuro, somos optimistas, continuamos soñando.

 

Bibliografía

· Archivos municipales.

· Libros de Feria. Ayuntamiento de Villamartín. Ejemplares de 1952 a 2000.

· Varias publicaciones de Manuel Vidal Jiménez.

 

Agradecimientos

Enrique Pérez Chacón, Andrés Gil Reguera, Juan López Vázquez, Tere Calvellido León, Manuel Alpresa García, Antonio Cotrino Pérez, Juan Luis Moreno Bernal, Antonio Pérez Vidal, Francisco Gil Rodríguez, Andrés J. Alpresa Moreno, Francisco Rodríguez Gómez, Cristóbal García Sánchez.

 

© del texto, Pedro Sánchez Gil y Juan Troya Pérez.

© de las imágenes, lo señalado en los pies de foto.

© de la publicación impresa Libro de Feria de 2023. Ayuntamiento de Villamartín.

© de la publicación on line «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez».