Extraído y adaptado del artículo «Aquel rodaje de la
película Olé Torero, 1948», de Juan José Gómez Vidal, publicado en el Libro de
Feria de Villamartín de 2005.
«Cada vez que nombramos este film, nos vienen a la
memoria momentos y conversaciones que de una manera u otra nos han acercado ese
hecho ocurrido en nuestra localidad allá por 1948. Casi todas esas historias
variopintas nos han llegado de forma oral a través de nuestros familiares y
amigos que estuvieron presentes aquel día en ese acontecimiento que de alguna
manera sirvió para hacer olvidar los tenebrosos momentos de una sociedad rota,
acuciada por los racionamientos y por las necesidades vitales de aquella España
de la posguerra.
»Los tres minutos de rodaje grabados en Villamartín
de la película Olé Torero, dirigida por Benito Perojo, nos da una rápida
visión, no solo arquitectónica y del callejero de nuestra localidad, sino, que
además, hace un retrato fidedigno de nuestra organización social y nuestro
ambiente festivo-cultural. Las escenas son pues, el reflejo de lo que era la
España del momento.
»Cuando aparece el protagonista, Luis Sandrini
(Buenos Aires, 1905-1980), almorzando en un lujoso restaurante, muchos creyeron
que el antiguo edificio de los Sindicatos, situado en la Plaza, tenía en su
interior tal comedor, ya que desde él sale al balcón de la vivienda (ahora si
de Villamartín) y encuentra que tiene una gran multitud vitoreándole y
jaleándole. En estas escenas podemos divisar la primera toma de Villamartín,
donde se aprecian la entrada de las calles Malteses y del Santo, la esquina del
antiguo Sindicato y el café Morales.
»Pero sin duda la toma más conseguida es el descenso
desde la parte superior de la calle Subida a la Iglesia, pudiendo advertir con
perfecta claridad la arquitectura de la parroquia y su torre, la plaza de
abastos y las edificaciones del entorno, bello retrato de la idiosincrasia de
este pueblo blanco. La multitud cubre la calle y vemos como la banda de música
abre el cortejo que pasea triunfal al torero. Me contaba el amigo Manuel Fraile
Toribio que no eran músicos de verdad,
solo extras con los uniformes.
»Tras ello, la representación de las «fuerzas
vivas», alcalde a la cabeza, saluda al protagonista y le da la bienvenida (1).
Finalmente, de nuevo la multitud toma a Sandrini y pasan a agasajarle en un
paseo triunfal calle San Francisco abajo, que está ya repleta por la
muchedumbre, que sin asfalto aún, nos detalla una estampa singular y propia de
los pueblos de aquellos años» (2).
Son pues estas las únicas cuatro escenas que alberga
el film y que retrata al Villamartín de aquel entonces, pero fueron suficientes
para que a partir de ese momento se empezaran a contar mil y una historias al
respecto.
Mateo Conde Jiménez me aporta esta anécdota:
· «El actor de reparto Manolo Morán (según la
versión de mi padre), acudió a su zapatería para arreglar uno de sus zapatos
que le hacía daño en un juanete. Era hombre afable y de pinreles majestuosos,
por lo cual, tuvo que meterle al zapato en cuestión una horma especial y
hacerle un molde para acomodar el prominente abultamiento. Quedó tan satisfecho
con el trabajo artesanal, que, se encargó unos zapatos a medida para que se lo
enviaran por Correos a Madrid».
El blog Er Desván, nos relata otras dos:
· «Cuando pasean a hombros a Sandrini por la
localidad, hubo un extra-guasón que le metió el dedo en determinada zona,
sagrada por naturaleza, del cuerpo del artista. Esta [anécdota] me suena más a
leyenda urbana que a otra cosa, dado que un rodaje de esa envergadura no
invitaba precisamente a la descortesía».
· «La segunda [leyenda] de ese rodaje fue -está
corroborado por familiares de intervinientes- el robo de la cartera y el reloj
de cadena de este actor argentino, que tiene más verosimilitud que la
indecencia anterior, y que lo justifica la necesidad de esos malos tiempos por
el hambre y la miseria».
· Jose Bernal Cisuela en Villamartín. Imágenes de un Siglo I escribe:
«Además de los curiosos que actuaron de público,
otros vecinos participaron en el rodaje desempeñando papeles específicos, como
el de alcalde de la villa, representado por José Romero Pavón (3), al cual
siempre que lo veía le decía lo mismo, “ha sido usted el alcalde más popular y
conocido de Villamartín, porque ha recorrido el mundo, viéndoles millones de
personas desempeñar el cargo”».
· «Otro vecino —sigue comentando Pepe Bernal— fue M.
Gilabert Márquez, como director de la [ficticia] banda de música que acompañaba
al torero por la población».
· «Incluso parece ser que un vecino de Villamartín
se le acabó conociendo figuradamente con el nombre del protagonista, Sandrini».
· Rafael Giráldez Chacón nos aporta este comentario:
«Me acuerdo de una algarabía tremenda bajando desde
la Plaza hasta el llano de Los Amarillos. Corríamos detrás de los que llevaban
a hombros a Sandrini (yo tenía ocho años y vivía en la calle Mataderos, detrás
del garaje de Los Amarillos). Esta calle fue escenario habitual del rodaje y
recuerdo totalmente lo del dedo en el ano, acto que achacaban a un tal… [lo
dejamos ahí]».
Extracto del pie de foto publicado por José Bernal
en Imágenes de un Siglo I a esta impresionante fotografía de autor desconocido
y de la colección de Pepe Bernal. Yo creo que sería realizada por alguno de los
fotógrafos que acompañaba al equipo técnico y después enviada al Ayuntamiento,
su encuadre y perspectiva del rodaje son magníficos. «Presenciamos una escena
festiva, correspondiente a la película Olé Torero. Aquel día de octubre de 1948
fue un día de fiesta inesperado. El rodaje se inició por la mañana y no terminó
hasta la tarde. Pocos almorzaron a su hora: las mujeres que iban a la compra no
regresaron a sus casas hasta que terminó el espectáculo imprevisto.
Curiosamente, el quiosco de calentitos que se ve es el de Joselito, que no
tenía su emplazamiento habitual ahí, sino en la puerta de la plaza de abastos
[donde posiblemente estorbaría a la comitiva], cuya fachada vemos a la izquierda.
Un día feliz para el pueblo del bisiesto 1948, el cual lógicamente quedó
reflejado en las coplas del restringido carnaval de aquellos tiempos. El
protagonista del filme y su director encontraron en Villamartín una eficiente
colaboración y Olé Torero quedó fijado como un agradable recuerdo en la crónica
de la villa».
Quedan algunas incógnitas sobre esta película rodada
en parte en Villamartín, principalmente saber qué condiciones se encadenaron para
que Benito Perojo se fijara en nuestro pueblo.
(1). El villamartinense Juan Moreno afirma que el
señor alto que está justo detrás del actor que representa al alcalde es su
abuelo José Romero.
(2). A José Luna, popular barbero de Villamartín más
conocido por El Menúo, le gustaba
contar que salía en la película saltando con un trapo en la mano bajando por la
calle San Francisco. Revisando esas imágenes efectivamente aparece ese «salto».
(3). El papel de alcalde en la película lo ejerce el
actor José Franco, por lo que no se entiende muy bien esta afirmación, por otra
parte confirmada por otras personas que atestiguan que José Romero Pavón actuó
en la película como extra y en papel de alcalde. Tampoco se puede confundir con
el alcalde real en ese momento de Villamartín que era Adolfo Blanco. (Ver nota
1).
Por su interés, aportaciones y aclaraciones incluyo
esta breve crónica de Mateo Conde Jiménez.
«Me contaba mi padre anécdotas del día que se rodó
la película Ole Torero, pues él, con
otro amigo, estaba metido en el bullicio que se arremolinó alrededor del actor
Luis Sandrini cuando lo tomaron a hombros para pasearlo por la Plaza.
En ningún momento en los que se paseó a hombros,
nadie osó introducirle el dedo por el oscuro cuarto trastero; según cuenta el
dicho popular de la leyenda urbana que se extendió por el pueblo como el polen
en primavera. Sí me afirmaba mi viejo, que cuando paseaban a hombros al actor,
se podía palpar un trasero prominente que destacaba en sobremanera entre la
fina tela de su traje de lino. Uno de los que lo portaba, que fue un amigo y
compañero de correrías inseparable, aprovechando el revuelo y con ganas de
guasa, le propinó a Luis Sandrini un pellizco en el majestuoso glúteo, por lo
cual, el actor, aguantó estoicamente el flagelo momentáneo del cachondo de
marras, mascullando entre dientes que "jamás olvidaría el nombre del
pueblo". También, me comentaba mi viejo, con cierta ironía sazonada con
sal gorda, que aquel pellizco quedó marcado como tatuaje en brazo de
legionario.
Lo del robo de la cartera y el reloj, fue una
falacia descomunal, pues, aunque el hambre y la miseria apretaban fuerte, los
honrados de alpargatas que se apiñaban en las empedradas calles del pueblo,
solo se divirtieron con la escena de la película en un pueblo donde nunca
ocurría nada especial.
Así fue, como mi padre y su entorno más cercano de
amigos, narraban la curiosa y divertida historieta del rodaje de la película y
de todas las peripecias curiosas que ocurrieron alrededor del evento
cinematográfico».
Vídeo sobre el rodaje en Villamartín. Enlace.
© del texto, Pedro Sánchez Gil, excepto los entrecomillados
de Juan José Goméz Vidal, José Bernal Cisuela, Rafael Giraldez, Mateo Conde
Jiménez y blog Er Desván (Jenu).
© de las imágenes. Cartelería obtenida en internet,
capturas procedentes de la digitalización de la película. Fotografía del libro Villamartín. Imágenes de un Siglo I.
© de la publicación «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez»
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