Una colaboración de María de los Ángeles Barrera
Nombre.
Amalia Morales Garrido.
Fecha
de nacimiento. 8 de julio de 1897.
Fecha
de fallecimiento: 19 de febrero de 1980.
Padres. Vicente
y Ana.
Estado
civil. Soltera.
Sobrinos
más allegados. Montañas, Luisa, María y Bernardo.
Lugar
de nacimiento. Villamartín.
Profesión.
Empresaria.
Domicilio
que tuvo en Villamartín. Calle Llana, nº 2.
Fotografía
de Amalia procedente de su DNI cuando contaba aproximadamente 65 años.
(Villamartín. Imágenes de un Siglo II).
Hija única de Vicente y Ana nace en el seno de una
familia acomodada el 8 de julio de 1897. Su padre Vicente Morales era dueño de
un patrimonio importante formado por tres o cuatro casas y una fábrica de
almidón, situada frente a la de harina, a la salida del pueblo. Su carácter
independiente explica su soltería, en un tiempo en que las mujeres estaban
destinadas a casarse para doblegarse a un marido y procrear una familia
numerosa a la que cuidar toda una vida. Lejos de este rol, Amalia es una mujer
rompedora que, si bien nunca pierde su feminidad, pronto se salta los esquemas
sociales y gusta de montar a caballo, ir de caza o pesca y, ya mayor, pasear
por el pueblo o ir de romería en quitrín. Mucho antes había regentado ella sola
una fábrica de hielo y gaseosa que gozará de gran éxito en el pueblo y sus
alrededores, ya que permitió conservar los alimentos y refrigerar las bebidas,
especialmente de la ya nombrada gaseosa,
muy popular en la época. Muy pronto incorporará un producto nuevo de gran
aceptación en la época, el llamado sifón, productos que después vendía a
negocios de la localidad o en pueblos cercanos.
La
jovencísima Amalia Morales en fotografía de estudio proporcionada por Bernardo
Bernal.
Mujer cultivada, leía cada día la prensa, costumbre
ajena a las mujeres de la época, ya que solo hombres instruidos lo hacían. En
la gestación de esta personalidad parece que influyó la educación que le
transmitió su padre, quizá la que quiso darle al hijo varón que no tuvo. Era
Amalia muy pequeña y le hacía montar una oveja a la que le hicieron a medida
una montura, como si de un pequeño caballo se tratara. Esta banal anécdota gana
interés para entender la personalidad de Amalia en cuanto recoge dócilmente las
aficiones de su padre y que él logra transmitirle amablemente. Pero a la par de
esta influencia, hay en Amalia una personalidad peculiar que elabora enlazando
esa herencia paterna de aficiones con muchas horas de trabajo, extensa
inquietud y una constante curiosidad que le lleva a indagar y a bucear por campos
nada femeninos para la época. Ya en 1918 hace fotografías, admirables algunas,
como la que le hace a su prima Encarnación. Le encantaba el retrato, además
revelaba ella misma hace ya justo un siglo.
Fotografía
familiar tomada en el parque María Luisa de Sevilla. De izquierda a derecha:
Curro Delgado, Amalia Bernal, Dolores Gómez, Teresa Delgado, María Bernal,
Jesús Gil y Amalia Morales. Col. Bernardo Bernal.
Si bien vive sola, cierta es la relación importante
que tiene con su prima Encarnación Rodríguez Garrido (1900-1975) y su marido
Paco Bernal, padres de nuestros conocidos Luisa, Bernardo, María, Amelia,
Montañas y Paco Bernal, a quienes acude para compartir ideas sobre sus
proyectos y en quienes encuentra siempre apoyo y aliento y la compañía de su
prole. En sus frecuentes salidas del pueblo a la ermita o de cacería, siempre
iba acompañada de algunos de los hijos de éstos, los ya citados Montañas,
Luisa, María o Bernardo.
Prácticamente
aparecen las mismas personas que en la imagen anterior con la diferencia que se
incorpora al grupo Jerónimo de la Rosa y hace de fotógrafo Curro Delgado. Col.
Bernardo Bernal.
Su domicilio se ubicaba en la calle Llana nº 2, casa
a la que nos encantaba ir a los niños de la época a comprar su gaseosa o a
buscar la bola de cristal que traían los cascos, sobre todo los chicos que la
utilizaban para jugar a las canicas. Nada más entrar había un salón que daba al
patio donde estaban los cascos de las gaseosas; sus sobrinos con sus amiguillos
limpiaban estos cascos a cambio de un buen vaso de gaseosa o una propinilla;
muchos chiquillos venían buscando la bola de cristal que contenía cada
botella; cuando ésta se rompía, era la
canica más fuerte que habían conocido, la canica codiciada. Había que bajar
unos escalones que entonces nos parecían grandes, y hoy sabemos que llevaban a
la antigua cuadra, en este tiempo convertida en fábrica de hielo. Inmensos
lingotes de hielo que nos impresionaban a quienes lográbamos colarnos. Para
guardar su quitrín y su caballo tuvo que hacerse de una cuadra en la esquina de
la misma calle, en el actual local del Bazar de los Novios.
Los productos que manufacturaba en su fábrica
—además de gaseosa, vendía hielo troceado y muy pronto incorpora el ya
mencionado sifón, o el posterior polo— se publicitaban en los libros de feria.
No pocos niños hemos llevado algún alimento a lo de Amalia para refrigerarlo.
Su carácter innovador le lleva a introducir novedades en los productos y
también en el reparto de los mismos. Es así que pronto introduce el por
entonces novedoso polo que también tendrá gran aceptación por parte de niños
pero también de mayores. Igualmente moderniza los medios de transporte de la
mercancía que debía recorrer los bares no solo de la localidad sino de la zona.
De un antiguo carromato se pasa a repartir en los por entonces isocarros de mediados de siglo. Es así
como Amalia se convierte en una empresaria que fabrica productos para venderlos
no sólo en el pueblo sino en la Sierra. Es pionera por tanto de mujeres con
gran habilidad empresarial; tuvo ideas que surgen de su creatividad y de su
continuo espíritu innovador, las pone en marcha y por su esfuerzo y dedicación
logran cuajar en brillantes negocios. No sólo generó trabajo para ella sino
para personas que tenía empleadas.
Botella de la
fábrica de hielo, gaseosas y sifones regentada por Amalia Morales. Imágenes de
un Siglo III.
Mujer peculiar hasta en el vestir, también podemos
decir en este terreno que fue una adelantada a su tiempo. Gustaba de calzar
zapato abotinado y faldas de pantalones, raras en las mujeres de la época,
adelantando en décadas una moda que solo abrazarían primeramente las mujeres
más modernas.
Visita
de Amalia a la ermita de las Montañas en su quitrín, acompañada de unos
familiares y amigos. Villamartín. Imágenes de un Siglo III. Col. Bernardo
Bernal Rodríguez.
Fue Amalia adelantada y valiente, entusiasta y
realista, visualizaba proyectos y los llevaba a la práctica en una época en la
que el papel asignado a la mujer era la cocina y la crianza de sus hijos.
Gracias a su decisión de no encarnar este rol muchos villamartinenses y pueblos
de la Sierra pudimos saborear las primeras gaseosas, y los primeros polos;
muchos pudieron degustar el sifón y todos nos fuimos acostumbrando a tomar ya
las bebidas refrigeradas y a conservar las comidas con hielo. Amalia fue mujer
muy respetada hasta el final de sus días. Fallece el 19 de febrero de 1980,
próxima ya a cumplir los 83 años de edad.
Anuncio
publicitario insertado en el Libro de Feria de 1955. El domicilio señalado se
corresponde con la actual calle Llana.
Bibliografía. Libro
de Feria de Villamartín de 2018. Ayuntamiento de Villamartín.
Agradecimiento. A
Bernardo Bernal por la información facilitada.
Versión de esta entrada en PDF. Enlace
© del texto, María de los Ángeles Barrera Naranjo.
© de las imágenes, lo señalado en los pies de foto.
© de la publicación, «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez».
No hay comentarios:
Publicar un comentario