Nombre.
Concepción Vivas González.
Fecha de nacimiento. 26 de mayo de 1917.
Fecha de fallecimiento. 2 de septiembre de 2009.
Padres.
Alfredo y Teodora.
Estado civil.
Soltera.
Lugar de nacimiento. Villamartín.
Profesiones.
Maestra, ATS, matrona.
Nombramiento hija adoptiva de Arcos. 8 de diciembre de 2003.
(Concha Vivas fotografiada para el libro Personajes de Arcos. Miguel Quirós y Miguel Ángel Castaño).
«Si de los
marineros se dice que tienen un amor en cada puerto, de los guardia civiles
podríamos decir que tienen un hijo en cada puesto. Concepción Vivas González,
nuestra Conchita Vivas, es hija del Cuerpo y, por tanto, ella y sus hermanos
han ido desperdigando sus apellidos por los registros civiles de la provincia.
Pero ya lo dijo Machado, uno es de donde nace no a la vida, sino al amor. Y sin
quitarle méritos a Villamartín, que es donde nació a la vida [un 26 de mayo de
1917], resulta que Concha es arcense porque en nuestro pueblo sueña, ama y
sufre, y ha ejercido tres profesiones a cual más entrañable: maestra de
escuela, matrona y practicanta». De esta manera empezó su discurso Pedro
Sevilla Gómez, instructor del expediente de nombramiento de nuestra
protagonista como hija adoptiva de Arcos de la Frontera. Y así fue, la pequeña
y joven Conchita Vivas acabó abrazando con toda intensidad a Arcos como «su
pueblo» por la falta de arraigo que le ocasionó su deambular por los cuarteles
de Andalucía: Bornos, Valverde del Camino, El Bosque, Villamartín, Arcos…
Su acta de
nacimiento ya nos manifiesta una procedencia dispersa de sus ancestros. Su
padre, Alfredo Vivas Torres había nacido en Setenil de las Bodegas y a fecha de
nacimiento de Conchita se declara «trabajador del campo», es decir, aún no era
guardia civil. Su madre, Teodora González Vega, «que se dedicaba a las
ocupaciones propias de su sexo, con domicilio en el de su marido», como no
podía ser de otra manera en aquella época, según consta en dicha acta, nació en
Prado del Rey, aunque se crio en las Huertas de Benamahoma.
Por línea
paterna, su abuelo Francisco era de Serrato (Málaga) y su abuela, María de la
Concepción, natural de Alpandeire (Málaga). Precisamente la relación de la
familia con Villamartín viene dada por este hombre, Francisco Vivas López que
aparece en 1899 como guardia civil residente en nuestro pueblo, en la
casa-cuartel de la calle del Santo, número 72, propiedad del duque de Ahumada
en esa época (1). Por cierto, que este guardia, Francisco Vivas, fue citado en la
sesión pública ordinaria celebrada por nuestro Ayuntamiento en enero de 1897,
por haber procedido al rescate, junto a otros compañeros, del vecino Miguel
Peña Cea que días antes estuvo a punto de perecer ahogado, junto con su hijo y
una señora, al intentar cruzar el Guadalete en las cercanías de Villamartín en
un carruaje cuando el río iba muy crecido. La Corporación Municipal «acordó por
unanimidad hacer constar en acta la satisfacción con que había conocido este
hecho y que vería con gusto que los [guardia civiles] que llevaron a cabo este
hecho tan humanitario fueran dignamente recompensados». (2). Algunos hijos de
Francisco, como Augusto y Antoliano Vivas Torres se establecen en Villamartín,
el primero de ellos como operario de la subestación de Sevillana de
Electricidad.
Por parte
materna, su ascendencia nos lleva a Benamahoma, donde nacieron y vivían sus
abuelos Bartolomé y Ana, padres de 17 hijos. En una entrevista concedida a
Arcos Información, Concha manifiesta que de su madre heredó «su afán por aprender
y conocer los entresijos de las cosas, una mujer muy avanzada para su época y
con inquietudes, que se crio en las famosas Huertas de Benamahoma y que leía,
escribía y hacía labores de envidia a la luz del candil». (3).
El trabajo de
su padre como operario de una compañía eléctrica, la lleva por primera vez a
Arcos, hacia 1920, cuando solo cuenta con tres años, aunque la incorporación de
Alfredo a la Guardia Civil les llevan a Bornos, Valverde del Camino y a El
Bosque, donde se plantea su gran ilusión de realizar estudios de segunda
enseñanza, sin duda con el sólido apoyo de su madre que la animó a adquirir su
propia independencia. Regresan nuevamente a Villamartín, manteniendo no
obstante la relación escolar con El Bosque, donde recibe clases de doña Carmen
Pantión, posiblemente la persona que más influyó en la joven Conchita y en su
decisión, ya de mayor y cuando finalmente pudo, de ser maestra, aunque como
confiesa en una entrevista concedida a Radio Arcos, si hubiera podido, habría
sido guardia civil, como su padre, su abuelo y un tío (4).
La base
cultural que adquiere Conchita es tan buena, que cuando regresa a Arcos (hacía
1934, con unos 17 años) le permite hacer el «soñado bachillerato» de la época,
concluyendo los siete cursos en solo cuatro años. A partir de entonces pierde
mucha relación con Villamartín, aunque siempre acudió a visitar a la familia
que dejó en nuestro pueblo, que tenían casa cerca de El Tacón. Nuestro
informante, sobrino de Concha, recuerda a hermanos y hermanas de la abuela
Teodora establecidos en Villamartín: Cipriano, Genoveva, Eulalia, Gúgula
(casada con Pepe el taxista), Anita Chaves…
Con el
bachillerato acabado, se prepara en el mismo pueblo para hacerse practicanta, a
la vez que trabaja como peluquera para llevarse unos ahorros a Sevilla donde
debe realizar las prácticas de enfermería. Siempre trabajadora, siempre
responsable para no ocasionar más gastos de los imprescindibles, en esa época
sevillana trabaja como costurera y bordadora en el palacio de Yanduri.
Con el título
en la mano pero sin trabajo se decide ahora por la Facultad de Medicina de
Cádiz. Su bachillerato y sus estudios de enfermería hacen que pronto obtenga el
título de matrona, profesiones que pasa a desarrollar en Arcos. Pero Conchita,
que progresivamente, con la madurez, pasa a ser más conocida como Concha Vivas,
y demostrando una vez más su gran inquietud y espíritu de superación, decide
hacer los estudios de magisterio «por libre» a la vez que trabaja. Y es que
nunca pudo olvidar la huella que dejó en ella doña Carmen, la maestra de El
Bosque. Por supuesto, ayudada por sus recordados profesores, consigue la
titulación añorada de maestra en un par de cursos y empieza a ejercer sus tres
profesiones a la vez: como practicanta (después ATS) lo hace en la Casa de
Socorro de la Cuesta de Belén, en las urgencias del ambulatorio de la calle
Corredera y a domicilio; como matrona va donde la llaman y ayuda a venir al
mundo a centenares de bebés; como maestra, entra de interina en la Junta de los
Ríos y como propietaria, tras sacar las oposiciones ¡con 46 años!, en Las
Encinillas, escuela rural a 10 km de Arcos. Pasa por otros centros y finalmente
se jubila en 1984, a los 67 años de edad, en el C.P. Ntra. Sra. de las Nieves.
Aún permanecería un año más en el servicio de urgencias, y ya libre de trabajo,
demostrando una vez más sus inquietudes culturales y artísticas, y su afán por
aprender cada día algo nuevo, recibe clases de inglés, pintura…, sin olvidar su
entusiasmo por los viajes y su asistencia al conservatorio de música.
Toda una vida
de entrega a los demás, empieza a recibir el reconocimiento de un pueblo
agradecido: Arcos. Así, en el año 2000, varias asociaciones femeninas la
proponen como «Mujer del año» y, a petición de la Asociación Socio-Cultural de
Jubilados y Pensionistas Miguel Mancheño, el Ayuntamiento inicia el expediente
para nombrarla Hija Adoptiva, hecho que tiene lugar el 8 de diciembre de 2003,
coincidiendo con la festividad de su onomástica, en el teatro Olivares Veas.
Allí se dieron cita la corporación municipal en pleno, familiares, amigos e
instituciones que quisieron estar presentes en este público reconocimiento.
(Curioso documento de filiación de 1950 con datos muy concreto como el color de los ojos. Obsérvese la excelente caligrafía de Concha que se aprecia en su firma).
He podido
tener acceso al expediente completo y fue todo un ejemplo de proceso bien
elaborado por parte del instructor del mismo Pedro Sevilla, en esos momentos
concejal por Izquierda Unida y delegado de Cultura. Fueron decenas de
adhesiones las recibidas de asociaciones de todo tipo, partidos políticos,
sindicatos, instituciones y particulares. No he podido averiguar si se invitó o
no al Ayuntamiento de Villamartín a adherirse al acto; en el expediente solo
aparece un breve escrito del entonces secretario municipal Manuel Bernal
Peñalver y señora a título particular.
Del
completísimo expediente del acto y los correspondientes discursos, recojo un
entrecomillado de su amigo Eduardo Padilla a modo de ejemplo.
«Conchita
Vivas rompió en su juventud con todos los moldes al uso: estudió cuando no era
costumbre que lo hicieran las mujeres. Además, eligió el mejor camino, se hizo
maestra, matrona y practicanta, o sea, que asumió la tarea de impartir cultura
de la que tan escasos estábamos en esa época. Ayudó a venir al mundo a tantos y
tantos niños que gracias a ella hoy gozan de buena salud».
Aún el
Ayuntamiento, el pueblo, quisieron elevar a esta persona «muy agradable,
sencilla, un poco despistada, pero sobre todo gran mujer y trabajadora siempre
al servicio de los demás», al máximo honor poniendo su nombre a una calle y al
Centro de Atención Infantil Temprana.
La homenajeada
contestó con un sencillo discurso lleno de agradecimiento al que siempre consideró
«su pueblo», pero sin olvidad a su localidad natal, todo un detalle de una gran
señora: «Con gran sorpresa me llegó la noticia de que me querían honrar
nombrándome Hija Adoptiva de esta preciosa ciudad a la que tanto admiro desde
que llegué a ella el 13 de noviembre de 1934, procedente de mi recordado
Villamartín, mi patria chica y la de don Juan Candil Ríos que, desde allí, vino
también a Arcos a ejercer la más envidiable labor en favor de los humildes».
(Fotografía tomada durante el discurso pronunciado por Concha en el teatro Olivares Veas con motivo de su nombramiento como hija adoptiva de Arcos).
En una
entrevista se sincera con el periodista y dice admirar a la juventud en la que
encuentra muchos valores en una época marcada por la libertad de las personas.
Se confiesa mujer religiosa que nunca se le dio bien conducir. Comprende a los
políticos porque sufren los avatares de la profesión, algo de lo que se percató
a través de su tío y su abuelo que fueron republicanos. Para ella, el secreto de
la longevidad está en no sentarse a ver la tele, andar mucho, dormir y comer
poco y siempre tener la mente ocupada. Y el secreto de la felicidad no odiar a
nadie por mucho daño que a uno le hagan (3).
(Concha durante la entrevista concedida al programa «Nostalgia bajo la luna» de Radio Arcos).
A la popular
Concha Vivas le preguntó un día una alumna: «Conchita, cuando tú te mueras te
llamarán “Conchita Muerta”, ¿no?» Doña Concha falleció en Jerez el 2 de
septiembre de 2009, pero su luz sigue viva en el colorido de sus cuadros
repartidos entre la familia y los amigos; en el primer llanto de los bebés que
ayudó a nacer y en las lágrimas de alegría de sus madres; en los miles de
escolares que formó como hombres y mujeres responsables; en sus agradecidos pacientes
a los que atendía para calmar sus dolencias a cualquier hora del día o de la
noche y en las calles y rincones de su pueblo natal, Villamartín, en los que
discurrieron los primeros años —que tanto marcan— de su infancia, adolescencia
e inicio de la juventud donde llegó a encontrar, quizá, su primer amor. Sirva
este artículo para que nuestra paisana sea mucho más conocida en Villamartín y
como adhesión y reconocimiento de su pueblo natal de la gran valía de esta
mujer.
Mi
agradecimiento a Alfredo Vivas, sobrino de Concha, que me ha cedido documentos
e imágenes para elaborar este trabajo.
Bibliografía.
Artículo procedente del Libro de Feria de 2018. Editado por el Ayuntamiento de Villamartín y de mi autoría.
(1) Blog Villamartín: mil y una historias. «La
Guardia Civil en Villamartín».
(2) Acta de
sesión pública ordinaria celebrada por el Ayuntamiento el día 13 de enero de
1897.
(3) Arcos Información. «Concha Vivas
jubilada». José Antonio Benítez.
(4) Radio Arcos. Gentes de Arcos. Antonio
Barea.
Versión de esta entrada en PDF. Enlace.
© del texto,
Pedro Sánchez Gil.
© de las
imágenes, lo citado en los pies de foto y resto cedidas por Alfredo Vivas.
© de la
publicación, «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez».
Soy Alfredo Vivas Guerrero, otro sobrino suyo, a mí siempre me ha llamado la atención la confianza que tenía con todos los vecinos, y lo sencilla que era. Ya mencionas que le constaba conducir, pues cuando tenía que aparcar y no lo conseguía, para no perder el tiempo al primer hombre que pasaba por allí le decía échame una mano para ponerlo bien, y entre dos o tres cogían el coche lo levantaban de un eje y lo ponían pegado a la acera mientras ella se iba a atender el aviso que había recibido de algún vecino.
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