Don Alejo donó a las Conferencias de San Vicente de Paúl, de Villamartín, la finca de su propiedad conocida por El Albercón, con una extensión de 432 fanegas de tierras y el caserío correspondiente. (Foto cedida por D. José Manuel Álvarez Benítez.)
La
vida de este personaje tan singular transcurrió en buena parte rodeada de
misterios y leyendas. Le ocurre como a los míticos personajes de las epopeyas y
narraciones épicas que se presentan en escenas sin saber de dónde han salido ni
cuales son sus orígenes.
Por lo
pronto descubrimos que nació en México el año 1846, y que era hijo de un señor
llamado don Manuel Gutiérrez Perujo y de su esposa doña Petra García Fernández
(1).
Por
tradición oral sabemos que al cumplir los 15 o 16 años, sus padres lo mandaron
a París para que adquiriera una perfecta y cabal formación. Allí permaneció
varios años hasta que desaparece de la escena, andando perdido durante buena
parte de su vida de juventud y madurez.
La
leyenda cuenta que marchó por esos mundos de Dios en busca de fortuna, suerte y
aventura. Y algo existe de verdad, aunque ésta se encuentre mezclada con
historias fantásticas.
Bien
entrado en años, vino a vivir a Villamartín, instalándose en la espaciosa y
gran casa de su propiedad, sita en la calle Botica, junto al convento de las
monjas, sin dejar por ello sus frecuentes viajes a París, donde compraba
antigüedades y caprichos.
Casa de la calle Botica adquirida por nuestro personaje. En su época de político se realizaron importantes infraestructuras como la Alameda o la plaza de abastos, participando también en la venida de las Hijas de la Divina Pastora. Fot.: Pedro Sánchez.
Y en
Villamartín continuó observando una conducta un tanto extravagante y cercada
por misterios que dieron origen a los más variopintos comentarios. Decíase que
había recorrido la selva envuelto en singulares negocios. Es cierto que un día
se presentó en el pueblo con una estrafalaria carreta que portaba animales
exóticos, entre ellos un crótalo [serpiente de cascabel] y un pequeño simio. (Mi
padre presenció la llegada del carro. Y cuando, más tarde recibió algunas
lecciones de francés, que D. Alejo llegó a darle graciosamente, le decía cada
tarde al iniciar la clase: «Juanito, si te sabes la lección, te enseñaré la
culebra y los bichos que tengo en la azotea», cosa que a mi padre le
entusiasmaba ver.
El 28
de junio de 1871 casó con Catalina Holgado. No tuvieron descendencia, por cuyo
motivo acogió a la niña Catalina Santaella.
Era
una persona culta −hablaba el francés correctamente−, circunstancia que le
valió ser alcalde durante el bienio 1896-97 y teniente de alcalde con don
Joaquín Carredano, en cuyo periodo se llevaron a cabo grandes reformas y
considerables infraestructuras.
El
hecho de ser incluido entre los «personajes relevantes» de nuestra historia es
por la siguiente razón: en Villamartín existía desde muchos años atrás la
mundialmente conocida Sociedad de San Vicente de Paúl, que en España se
estableció en 1850 y se denominaba Sociedad de San Vicente, posiblemente la
organización más importante de laicos en el mundo, dedicada a al cuidado de
enfermos y ayuda a los pobres (2).
Con la
desaparición de los hospitales de las calles de Los Reyes y San Juan de Dios,
se agravaría el problema de la asistencia a los necesitados, y la Iglesia de Villamartín,
preocupada por este grave problema, organizó las conocidísimas Conferencias,
supliendo de esta manera la falta de centros hospitalarios. Estas Conferencias
se mantenían con las limosnas y aportaciones de los fieles, que serían más que
insuficientes para llevar a cabo su misión que, a pesar de estas carencias,
llegó a adquirir un gran prestigio.
Parece
ser que don Alejo, como otros muchos, estaba impresionado con la labor
desarrollada por las Conferencias, y quiso colaborar con ellas, al tiempo que
realizaba una acción penitencial por los desvaríos de años pasados, cuando
trotaba por esos mundos. El gesto no pudo ser más grandilocuente: donó a las
Conferencias el cortijo de su propiedad conocido por El Albercón, con una
extensión de 432 fanegas de tierras y caserío correspondiente.
Caserío en ruinas de la finca El Albercón. Fot.: Andrés Jesús Espinosa.
Así lo
hizo constar en el testamento ológrafo que otorgó el 4 de octubre de 1919,
elevado después a documento público el 21 de mayo del año siguiente (3).
Don
Alejo legaba en pleno dominio, con ciertas cargas (4), el mencionado cortijo a
dicha asociación «para que con sus productos atendiera al socorro de los
necesitados, así como hizo otros varios legados específicos de cantidad a la
misma asociación de San Vicente y a otras personas que no precisaba» −que no
mencionaba en el testamento.
Nombró
albaceas a su inseparable amigo don Joaquín Carredano y a don Miguel Vázquez
(el marido de Catalina Santaella), quienes llevaron a efecto la voluntad del
testador, otorgándose escritura notarial en favor de las Conferencias el 20 de
diciembre de 1920 ante el notario de Villamartín, don Martín Fernández
Escudero. Las Conferencias estaban representadas en dicho acto protocolario por
el sacerdote don Antonio Benítez Saavedra, capellán de las Monjas
Concepcionistas; doña Isabel Penn Doblas y la señorita Fabiana Mateos,
presidenta y secretaria de la asociación respectivamente.
También
ordena que las veinticinco mil pesetas que figuraban en un recibo firmado por
don Miguel Vázquez fueran entregadas a las Conferencias.
Y en
su afán de proteger a los más necesitados, ordena a las Conferencias invertir
cada año doscientas pesetas en jugada de la lotería navideña, «para que, en el
caso de ser favorecidos con un buen premio, destine el importe a la fundación
de un establecimiento benéfico para el alivio de los menesterosos» (5).
Don
Alejo falleció el 4 de marzo de 1920.
El
Ayuntamiento que regía los destinos de Villamartín en la década de los
cincuenta, movido por aquella obra caritativa, rotuló la calle conocida por «El
Salto del Poyo» con el nombre de don Alejo.
El
regalo de su cortijo fue una sorpresa y al mismo tiempo una lotería que vino a
favorecer a los pobres e indigentes del pueblo, quienes, por mediación de las
Conferencias de San Vicente, se vieron aliviados en sus fatigas y con multitud
de problemas resueltos.
De
esta forma, las Conferencias han podido llevar a cabo en Villamartín una
encomiable labor de caridad, gracias al gesto no menos loable de don Alejo
Gutiérrez García de Perujo (6).
……………………….
Notas
(1)
Parece ser que el apellido «Perujo» era del agrado de don Alejo, o trascendía
de algún personaje noble, y quiso agregarlo al segundo apellido como si éste
fuese compuesto; de ahí lo Gutiérrez García de Perujo, que aparece en muchos
documentos.
(2)
Hoy está establecida en 135 países con un millón de socios, y es consultora de
diversos organismos internacionales, entre ellos la ONU y la UNESCO.
(3)
Registro de la Propiedad de Arcos de la Frontera, tomo 152, folio 100 vto.
(4)
Misas por su alma, veinticinco mil pesetas que debían entregar anualmente a las
Monjas Concepcionistas para que rogaran por el alma de su esposa, protectora
que fue de la comunidad, y si ésta llegase a desaparecer de Villamartín, se
repartieran a los pobres.
(5)
Testamento de D. Alejo.
(6)
Para que permaneciera en el recuerdo la figura de don Alejo, en Villamartín no
quisieron organizar Cáritas, que viene a encerrar los mismos fines que la
asociación, suplantando prácticamente a las organizaciones que existían en las
parroquias de carácter benéfico y caritativo. (En Montellano, por ejemplo,
existían las Conferencias de la Sagrada Familia, que cedieron su labor a
Cáritas Parroquial.) Por esta razón continúan existiendo en Villamartín las
Conferencias de San Vicente, con idénticos fines que Cáritas. Cuando alguien ha
tenido la curiosidad de conocer las causas de este hecho, se le ha referido la
historia de don Alejo.
© del
texto, Antonio Mesa Jarén
© de
las imágenes, lo citado en los pies de fotos
© de
la publicación impresa, Mesa Jarén A.: Hijos ilustres y personas relevantes en
la historia de la muy noble y muy leal villa de Villamartín. Ayuntamiento de
Villamartín, 1999.
© de
la publicación on line «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez». Descargar
Patio de vecinos de las nueve casas construidas en la calle Huelva por Las Conferencias. A partir de la década de 1970, su actividad se amplía, surgiendo viviendas en la Palma, Fuentezuela y Bellavista de San José, hoy calle Segura. Fto.: Pedro Sánchez.
Bibliografía
sobre don Alejo Gutiérrez y García de Perujo
·Vidal
Jiménez Manuel. Don Alejo Gutiérrez y García de Perujo y las Conferencias de
San Vicente de Paúl. Libro de Feria de 2002. Ayuntamiento de Villamartín.
Descargar
·Álvarez
Benítez, José Manuel. Las Conferencias de San Vicente. Villamartín. Imágenes de
un Siglo III. Ayuntamiento de Villamartín, 2016. Descargar
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