Un embajador de la vida que triunfó lejos del pueblo que lo
vio nacer
Por Manuel Vidal Jiménez
Nació en Villamartín, donde transcurrió su infancia y
adolescencia, tras la cual sus padres le instalaron una pequeña tienda en la
Encrucijada, donde intentó vender de todo. Pero pronto vio que las
posibilidades de progreso en aquel pequeño negocio eran escasas, lo que le
motivó en 1928 a trasladarse a Sevilla, donde se colocó con Antonio Ceballos en
la calle D. Pedro Niño, para pasar después a los almacenes Blanco Benítez donde
se despojó del babi para pasar a ser viajante de la casa. De aquí salió en 1941
para instalarse por su cuenta en la calle Imagen n.º 14, un local de 18 metros
cuadrados, y en 1949 en la Plaza de la Encarnación n.º 16, lugar donde en la
década de 1990 estuvo Cortefiel.
Contrajo matrimonio con Genoveva Velasco
Basallo, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos: Manuel, María de los
Ángeles, María Josefa y María Dolores. Por entonces inició la comercialización del
bacalao, producto con el que empezó a acreditarse, instalándose en la Plaza
Ponce de León 15, donde abrió el despacho al público y un almacén para
mayoristas en las Escuelas Pías, poco después otro en la Macarena y en 1971 un
tercero en el Polígono Industrial de la Carretera Amarilla. Su humanidad con
sus empleados hizo que empezaran y terminaran su vida laboral en la empresa. Para
ellos celebró excursiones, comidas y en los días de la Feria de Sevilla les
instaló una caseta. Forofo de los toros y seguidor de P. Martín Vázquez, Pepe
Luis y Curro Romero, durante años estuvo abonado a una barrera del tendido 2 de
la Maestranza de Sevilla.
Tuvo especial inclinación por la Semana Santa y el
Cristo de Burgos, de cuya Hermandad llegó a ser Hermano Mayor e incluso por
cuaresma publicaba el programa cofradiero con las firmas que colaboraban con
sus empresas y recetas en las que como ingrediente figuraba el bacalao,
destacando su receta «Ensalada de alubias blancas con bacalao» (400 gramos de
alubias, 500 gramos de lomo de bacalao, dos pimientos, un huevo, medio limón,
aceite, una cebolla, un ajo, una hoja de laurel, un chorro de leche, sal y una
lechuga rizada). Profesó especial devoción a Santa Ángela de la Cruz, cuya
imagen presidía su despacho junto a una placa regalo de sus empleados con la
inscripción «constancia, humanidad y honradez» y un cuadro enmarcado que le dedicó
Antonio Burgos titulado «El Babi Blanco de Manolo Barea».
Gozó del afecto de
cuantos le rodeaban y su excepcional memoria le hacía recordar al primer burro
que tuvo para el reparto, Morito, y en sus charlas le gustaba recordar el
pasado con nostalgia pero satisfecho con lo hecho. Con los años su empresa se
agrandó. Junto a Manuel Barea S.A. surgieron Cash Barea S.A. y Cash Colombino,
cuyas ventas alcanzaron en 1988 la cifra de 11.578 millones de pesetas, lo que
suponía el trigésimo noveno lugar de España. En la década de los 90 vivió
momentos realmente duros. El 19 de junio de 1993 moría su esposa a la edad de
81 años y horas después su hija María Josefa a la edad de 41 años, víctima de
una cruel y larga enfermedad. El sepelio de ambas se celebró conjuntamente al
día siguiente en el cementerio de San Fernando, un duro golpe para un viejo
luchador. En el 2006 la empresa Cash Barea celebró sus 65 años de existencia con
una cena en el pabellón de los Descubrimientos, en la que se reunieron más de
setecientas personas, entre empleados, jubilados y amigos. Con tal motivo José
Luis Montoya expresó en ABC: «…la profunda admiración que le producía el tesón
y el ingente trabajo realizado por la familia Barea, pues de aquella tiendecita
de 18 metros cuadrados que Manuel Barea Ginés puso en 1941 en la sevillana
calle Imagen nº 14, la firma, ahora denominada Cash Barea y que es una de las
más importantes de Andalucía en su sector, entre todas las empresas repartidas
por la región, tras haberse establecido en 1949 en la calle Encarnación nº 16 y
en 1955 en la Plaza Ponce de León nº 15».
Para conmemorar la efeméride, la empresa
publicó un libro que tituló
65 años de Barea 1941-2006, en cuyo prólogo el escritor y columnista Antonio Burgos escribió: «Se
trata de un libro sentimental, tributo de los descendientes a la figura del
fundador de la compañía, Manuel Barea Ginés, padre de Manuel Barea Velasco,
actual máximo responsable de la empresa, un hombre hecho a sí mismo, de la Real
Maestranza del Trabajo, y de esa casta de esforzados empresarios sevillanos
capaces de vender hielo a los esquimales». Un trabajo ilustrado con fotografías
antiguas y actuales, que recogía los hitos de la empresa, desde la apertura de
la primera tienda en 1941 hasta nuestros días. Por los Cash & Carry de
Barea pasan cada día 1.500 profesionales de la alimentación, la droguería o la
hostelería, siendo excepcionales las fiestas navideñas en las que según su
hijo, Manuel Barea Velasco, «en estos días subimos el Turmalet». En los últimos
años la empresa ha ampliado y dotado el negocio de los últimos avances
tecnológicos de frío, porque como indica Manuel Barea Velasco, «en el área del
frío está el futuro de la alimentación». Hoy está presente en Sevilla, Huelva,
Málaga, Cádiz, Córdoba y Almendralejo (Badajoz) y el grupo cuenta con una
superficie de venta de 65.000 metros cuadrados, oferta 17.000 referencias, con
una plantilla de más de 200 trabajadores.
Manuel Barea Velasco manifiesta que: «El
protocolo familiar está enfocado a dejar el camino expedito a la cuarta
generación, que ya aparece en lontananza, y que no tengan problemas entre
ellos» y añade «nosotros fuimos cuatro hermanos, ahora son cinco primos, pero
ya hay en el mundo una cuarta generación, que son siete y los que vengan. El
protocolo está aceptado por todas las partes, por lo tanto lo que hemos hecho
es encauzar el futuro». La empresa proyecta constituirse en un holding para
racionalizar todo el accionariado. La sociedad matriz es Manuel Barea S.A. y de
ella dependen las filiales: Cash Barea, Cash Extremeña, Cash Colombino,
Extremeña de Expansión, Congelados Puerta de Sevilla y Autoservicios Mape. La
estrella de Barea S.A. sigue siendo el bacalao, que importa del archipiélago
danés de las Feroes y de Islandia y lo procesa en sus talleres del Polígono los
Palillos, en Alcalá de Guadaira (Sevilla), mejorando día a día su presentación,
envasando también el producto con marcas de terceros para la distribución
nacional.
Con la familia y la empresa, Manuel Barea Ginés dejó un gran legado a
sus descendientes que han sabido cultivar su activo más importante, su capital
humano, sus trabajadores a los que han mimado como si de una gran familia se
tratara. Más de 200 personas trabajan en el grupo, de las que el 10% son
mujeres, y el 95% fijos, números a los que hay que añadir un ciento de puestos
indirectos que genera la actividad del Grupo Barea. La mayoría se jubilan en
ella y no es raro el caso de hijos de empleados que empiezan a trabajar en la
casa, Manuel Barea Ginés creó la empresa, Manuel y María de los Ángeles Barea
Velasco la consolidaron y Ángel Marín Barea e Inmaculada Barea Vidal, tomarán
el relevo.
09-01-2024. Juan Pérez Ruiz me aporta esta fotografía procedente de sus archivos. Son los trabajadores de Manuel Barea invitados a su boda. Juan Pérez aparece el primero por la izquierda junto a Barea.
© Artículo publicado en el Libro
de Feria de Villamartín de 2013. Páginas 79 a 84.
© Del texto Manuel Vidal Jiménez.
© De las imágenes, libro 65
años de Barea 1941·2006.
© De la presente publicación Villamartín.Cádiz
Blog de Pedro Sánchez.
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