lunes, 24 de septiembre de 2018

El bandolero Joaquín Camargo el Vivillo y Villamartín


Publicación extraída y adaptada del artículo de Manuel Pérez Regordán «El atraco de El Vivillo», completada con otras referencias, como la de THE WIDE WORLD MAGAZINE, varias webs y blogs.

El Vivillo, el notorio bandolero español
«Los pueblos de esta Sierra tan nuestra siempre estuvieron amenazados por la presencia de aquellos bandidos del romanticismo, cautivados por el aire de misterio e interés que causaban a la vez el atraco y el respeto señorial hacia sus víctimas. Lejanos recuerdos de aquellos tiempos quedan aún en personas de edad que conocieron en Villamartín al bandolero de Zahara de la Sierra, Francisco Villaescusa Amuedo, más conocido por El Cristo, cuya mujer (Encarnación) prestó servicio doméstico en la casa de los señores de Gutiérrez en la calle Hermanos Mozo, número 2. Pero el más espectacular atraco se dio el día 20 de septiembre de 1892 y, aunque la justicia no lo pudo probar, lo llevó a cabo el bandolero de Estepa Joaquín Camargo Gómez, más conocido por El Vivillo».

Joaquín Camargo había nacido en la primavera de 1865, como se ha comentado en Estepa (Sevilla), siendo el décimo de los dieciséis hijos que procrearon sus padres. Su madre muere cuando él tiene unos siete años y su padre vuelve a casarse. Aquí es donde empiezan las palizas y el maltrato de su padre y madrastra a la que acusa en sus memorias de todas sus desgracias. Con 14 años se escapa de casa comenzando una vida de película, siempre perseguido por la justicia, por lo que huye a Argentina, aunque vuelve extraditado para ser absuelto en numerosas causas judiciales. El alias se lo puso su maestro de Estepa don Alejandro, debido a la «vivacidad» para escapar de todo castigo.

El Vivillo detuvo la diligencia en su camino hacia el pueblo de Villamartín
«Refiere Rodrigo Soriano, en una biografía del bandolero, que aquella víspera de San Mateo los villamartinenses pudieron ver al Vivillo «trincando» en algunos bares de la Plaza, acumulando testigos para poder montar su tradicional sistema estratégico-jurídico o coartada ante la Justicia. Mientras, cinco de sus muchachos acechaban en el camino de las Cabezas de San Juan una presa segura. A lo lejos del camino se divisó un caballo que andaba lentamente. Un caminante lo llevaba de las bridas. Era el tío Gilito que transportaba nada menos que cien kilos de onzas de oro (1), destinadas al mercado de Villamartín, con la despreocupación de quien cree que nadie puede sospechar de la carga. Instantes después el caminante estaba tendido boca abajo en el suelo y maniatado; mientras su cabalgadura era conducida a lugar seguro para los ladrones. Los feriantes seguían apareciendo hacia la Feria de Villamartín y uno a uno fueron colocados en la misma postura que el pobre del tío Gilito.

»Cuando unos doce feriantes habían sido atracados se escuchó la aproximación de una buena cabalgadura al galope. Era la jaca Morata con “cinco años en la boca, negra de color, andaluza, fina y ligera, de gran pujanza y brío” que le había costado a su jinete dos mil cuatrocientos reales. Sobre ella El Vivillo. Se hizo el silencio entre los feriantes ante la naturalidad del bandolero que, aunque ausente en la acción, había sido el principal protagonista. Con voz meliflua y ceremoniosos y zalameros gestos, dijo a sus compañeros:
—Tanto bueno por aquí… ¡A los de Estepa no se les toca! ¡Muchachos, dadles vino del bueno!
»Fueron desatados y convidados todos con buen vino por la “generosidad” del bandolero, que había cobrado al riguroso contado el importe de la ronda».

Parece que esto pudo ocurrir en la zona del Amarguillo y que finalmente intervino la Guardia Civil logrando herir y detener solo a uno de ellos, José Castellano, que delató al Vivillo. En 1905 fue acusado de este y de otros muchos robos en la cárcel de Sevilla. Puesto en rueda de presos, no fue reconocido por ninguno de los robados, posiblemente por temor a la represalias. De todas las causas fue absuelto por falta de pruebas.

Lo forzó a entregarle diez libras
Mezclando leyendas sobre este bandoleros con hechos reales, incluso contados por él mismo en su biografía, parece que una de sus fechorías preferidas era esperar a los comerciantes a la ida o la vuelta de la Feria de Ganado de Villamartín: a los primeros cuando iban repletos de reales u otras moneda de la época para comprar ganado y a los segundos cuando volvían, igualmente con mucho dinero, por haber vendido la mercancía.

El blog Setenil Rural, publica un interesante trabajo titulado «El Vivillo en Setenil» donde nos dice que «el salto a la fama de El Vivillo se da en 1893, con el robo a los feriantes que volvían de la feria de Villamartín», basado en un artículo de Francisco Rodríguez Marín, publicado en febrero de 1909 (16 años después de los acontecimientos). Cuenta dicho artículo, como a la vuelta de la feria de Villamartín, un grupo de caballistas, siguiendo su técnica habitual, esperan a los feriantes que volvían con las carteras repletas de las ventas de ganado.

El pueblo de Setenil escena de los asaltos mas sonados de El Vivillo
Uno de los atracos más sonado es el que afecta a don Pedro Guzmán, uno de los mayores contribuyentes de Setenil. Un descendiente suyo, comenta de esta manera los hechos en su blog El Almirante Ruina: «La cantidad no era desdeñable, 2.000 duros en el año 1893 (en otras fuentes lo sitúa en 1903), producto de la venta de bestias en la Feria de Villamartín; el propietario de esa cantidad era Pedro Guzmán, vecino de Setenil de las Bodegas y tatarabuelo materno mío».

El Diccionario Biográfico Español (DB-e) publica una completa biografía de Joaquín Camargo donde también refiere el atraco de septiembre de 1892 (en esta fuente lo sitúa el día 19) a un grupo de tratantes y ganaderos que acudían a la Feria de Villamartín, llegando a concretar el botín en un millón de reales (2).

Por último la revista Wide World. Vol. XXII de noviembre de 1908, nº 127 publica en inglés el artículo de José Mondego «El Vivillo, the brigand», con varias referencias a Villamartín, en la línea de lo ya comentado y con interesantes dibujos y fotografías que he usado para ilustrar esta publicación. Así cuenta el asalto a la diligencia de la imagen en el camino de Villamartín y como aleja del lugar con increíble prontitud el botín a cuarenta millas, usando relevos de caballos. A la vez El Vivillo se mostraba claramente borracho ante un destacamento de la Guardia Civil que lo arresta pero en el juicio sale absuelto por su extraordinario ingenio. También relata la hazaña contra el rico terrateniente don Pedro Guzmán «entre Villamartín y Setenil, aliviando al patrón de treinta y ocho mil Reales Españoles en billetes de banco destinados para la compra de ganado en la feria anual de Villamartín». (3).

Tras salir absuelto de un complejo juicio donde se le acumularon catorce causas, gracias a la labor de un prestigioso abogado al que pagó puntualmente (eso sí, intercalando algún billete falso entre los buenos), regresa a Estepa donde es recibido como un héroe, de allí pasa a Madrid para buscarse una ocupación honrada (picador de Moreno de Alcalá), escribe sus memorias con cierto éxito pero pocos beneficios. Finalmente se marcha a Buenos Aires en 1912 donde permanece hasta 1929 que se suicida, afectado de una grave depresión, ingiriendo una fuerte dosis de cianuro potásico. Quedó escrito: «Mi existencia aventurera podrá tener alguna mancha, pero ninguna gota de sangre».

(1). Así figura el dato en el artículo, aunque parece una cantidad desproporcionada para llevar a una feria ganadera. Por otra parte desde 1868 existía la peseta que convivía con el real y el duro de plata (1 ptas = 4 reales), (1 duro = 5 ptas), (1 duro = 20 reales). Además, a partir de 1873 se suspendieron las acuñaciones de oro.
(2). Si al Vivillo le costó, como precio caro, su jaca 2400 reales, con un millón de reales se podrían comprar unos 500 caballos, digamos normales. Parece demasiado botín.
(3). Más o menos las cantidades coinciden ya que 38.000 reales sería 1900 duros.

Destacamento de la guardia de la Guardia Civil en Setenil, varias veces involucrado con el Vivillo y su banda

Bibliografía:
· Manuel Pérez Regordán «El atraco de El Vivillo». Libro de Feria de Villamartín de 1982.
· Blog Setenil Rural, artículo titulado «El Vivillo en Setenil».
· El Diccionario Biográfico Español (DB-e). Biografía de Joaquín Camargo Gómez.
· Revista Wide World. Noviembre de 1908, nº 127. Artículo de José Mondego «El Vivillo, the brigand».
· Imágenes tomadas de Wide World y de ABC

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© de la publicación «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez».

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