miércoles, 9 de mayo de 2018

Las hijas de la Divina Pastora y Villamartín


Por Manuel Vidal Jiménez

A primeros de octubre de 1896 se celebró en la Villamartín una misión dirigida por los franciscanos del convento de Regla, fray Miguel Berazaluce y fray Pío Mendata, quienes conociendo la preocupación que por la enseñanza tenía el Ayuntamiento de Villamartín, que presidía el farmacéutico don Joaquín Carredano Gutiérrez, le manifestó a éste la excelente labor que en el aspecto de la enseñanza venía realizando la Asociación de las Hijas de la Divina Pastora, fundada por el Padre Miguez el 5 de noviembre de 1884, y que en 1885 habían abierto una casa en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), en la que, bajo la dirección de la maestra Ángeles González, al margen de su fin principal cual era la santificación de sus miembros, así como del cumplimiento de las constituciones aprobadas por el cardenal Ceferino González en 1889, tenían como fin secundario la enseñanza gratuita de niñas pobres en aquellos lugares donde el Instituto contara con medios de subsistencia y donde no, la enseñanza gratuita de las pobres y la parcialmente retribuida de párvulos, jóvenes, mujeres adultas, externas o colegialas ricas, así como también que desde 1891 era su director el arcipreste de Sanlúcar don Francisco Rubio Contreras.

Francisco Rubio Contreras
Esta información hizo que en la sesión celebrada por el Ayuntamiento de la villa el 2 de febrero de 1898, el Presidente de la Corporación, expusiera detalladamente la idea, que tras ser debatida por los concurrentes, fue aprobada por unanimidad, acordándose hacer las gestiones oportunas para conseguir el establecimiento en esta villa de un colegio de niñas a cargo de la citada institución, a quien la corporación municipal subvencionaría con la cantidad de quinientas pesetas anuales.

El 3 de marzo el Ayuntamiento trasladó este acuerdo al Arzobispado de Sevilla, a través del certificado expedido por el secretario del Ayuntamiento, don Rafael Álvarez de Sotomayor y Valera, con el visto bueno del alcalde don Joaquín Carredano, registrado con el nº 197, esperando la valiosa ayuda del por entonces secretario de cámara don Juan M. Álvarez Troya, hijo de Villamartín y persona muy influyente en la diócesis.
 
Juan María Álvarez Troya
La idea se comunicó también a las Hermanas de la Divina Pastora, quienes se mostraron muy gozosas ya que poco antes habían manifestado al Arzobispado su interés de abrir casa en otras poblaciones. Un gozo que no fue compartido por el párroco de Villamartín don Rafael Segovia, quien al recibir la noticia tan bien guardada por las autoridades de la villa, que querían darle la gran sorpresa, se mostró molesto por haber realizado las gestiones sin contar con él y sin su consentimiento, y aun reconociendo que dicha gestión era buena para el pueblo, manifestó que de haberle consultado habría dicho que no era el momento oportuno por cuanto al no existir la posibilidad de que estas religiosas pudieran contar con capilla propia donde poder celebrar misa y recibir los santos sacramentos, tendrían que desplazarse diariamente a la iglesia de las monjas de la Purísima Concepción, por ser la más próxima al lugar donde iban a instalarse en la calle Botica.

El 2 de abril la Secretaría de Cámara y Gobierno del Arzobispado se dirigió al Arcipreste de Sanlúcar don Francisco Rubio Contreras adjuntándole la solicitud formulada por la superiora de la comunidad, quien tampoco se mostró muy gozoso por cuanto supo que las autoridades de Villamartín deseaban que «una de las hermanas que fueran a fundar poseyera el título de maestra, porque pensaban nombrarla titular de la población», lo que como director del Instituto no podía permitir ya que ello «traería tras de sí la inspección del personal de la Escuela Normal, con imposición de libros de texto y reglamentos del centro», lo que comunicó al Arzobispado añadiendo que «la superiora de la comunidad debía ser de alguna edad y varios años de religión» para contrarrestar el hecho de que algunas de ellas eran muchachas jóvenes apenas formadas en la vida religiosa.

 Con la buena voluntad de todos, se fueron sorteando los problemas y el 23 de mayo de 1898 el arzobispo de Sevilla firmaba un oficio por el que se autorizaba definitivamente a la reverenda superiora de la Congregación de Hijas de la Divina Pastora para que «accediendo a las instancias del Ayuntamiento de Villamartín, pueda desde luego realizar la fundación de una casa de dicho Instituto en aquella villa, dedicándose las hermanas, conforme a los fines de esta Institución, a la educación de las niñas», a la vez que aprobaba los nombramientos de las religiosas destinadas a ella: sor Corazón de Jesús (superiora), sor Pastora de Jesús (vicaria), sor Anunciación de Jesús (secretaria), sor Margarita de Jesús (portera), sor Isabel de Jesús (procuradora) y sor Trinidad de Jesús (cocinera) y manifestaba que la nueva comunidad «quedaba sujeta a la obediencia de la superiora general y a la observancia de las reglas y constituciones aprobadas para este Instituto, así como a las ordenaciones y mandatos que pudieran dictarse para el mejor cumplimiento de las citadas reglas».

Calle Botica (Villamartín)
Con esta autorización quedaba abierto el camino para que esta comunidad de religiosas abriera casa en Villamartín en noviembre de 1898 en la calle Ruiz Cabal, actual Botica, en el lugar donde hoy se ubica la farmacia de Calvente, emplazamiento citado reiteradamente por la tradición oral.

No le fue bien a la Institución en la villa. El hecho de que se tratara de una escuela privada y la existencia de varias migas, debió dificultar la demanda de matrículas, con los consiguientes problemas para sostenerse, lo que les obligó a ejercer otras tareas para poder subsistir.

Conde de Romanones
Es muy posible también que se vieran afectadas por las reformas de la enseñanza propiciadas por el conde de Romanones a comienzos del siglo, lo que unido a que carecían también de dependencias para las religiosas, de capilla y a que las clases no reunían las debidas condiciones, todo ello hizo que la situación se hiciera insostenible y al terminar el curso, en 1904, decidieron su marcha, hecho que la tradición oral sitúa en el mes de julio de 1904.

Se perdió con ello una Institución que pudo influir mucho en la sociedad de su tiempo a través de la formación de la mujer. Años más tarde, el párroco don Manuel García las recordaba, cuando en junio de 1926 escribía a D. Antonio Loran, canónigo visitador de Conventos y Beaterios, en su deseo de contar en la localidad con una comunidad de religiosas dedicadas a la enseñanza, de las que carecía la población «desde la marcha de las Hijas de la Divina Pastora más que por otra cosa, por falta de local». Pretendía que se le cediera el convento que días antes, el 24 de mayo, habían dejado las monjas de la Purísima Concepción, para ubicar en él una nueva comunidad. Estos deseos no culminarían hasta 1953, año en el que las hermanas de Jesús Nazareno abrían un colegio en local anexo al Hospital de Santa Isabel y el 29 de noviembre de 1965 lo harían las Hermanas de la Doctrina Cristiana en el Molinillo, que venían a velar por la infancia desvalida y abandonada, reorientando su destino a través de una formación integral con la que asegurar la presencia activa de la mujer en la sociedad.


©del texto, Manuel Vidal Jiménez
©de la publicación, «Villamartín.Cádiz Blog de Pedro Sánchez»
©de las imágenes: Villamartín. Imágenes de un Siglo, Curiosidades de Sanlúcar, Manuel Vidal Jiménez, Wikipedia, Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora.

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