lunes, 20 de agosto de 2018

María Naranjo Peña


Por María de los Ángeles Barrera

Nombre. María Naranjo Peña.
Fecha de nacimiento. Nueve de junio de 1925.
Fecha de fallecimiento: Ocho de agosto de 2018.
Padres: Juana y José.
Estado civil: Casada con Manuel Barrera Ramírez. Enviudó en 2006.
Hijos: Antonia, Pepe, Manolo, María de los Ángeles, Juan Carlos y Miguel.
Lugar de nacimiento: Villamartín.
Profesión: Carnicera y muchas tareas familiares.
Domicilios que tuvo en Villamartín: Calle Rosario, 41 y barriada de Matrera.

De personalidad arrolladora, fue una mujer resuelta, vitalista y alegre; generosa, afable y disfrutona, cualidades todas explicables quizá a una infancia robada como la de tantas niñas de la época, que le marcará para toda su vida. María Naranjo Peña nace un nueve de junio de 1925 en el seno de una familia humilde de cabreros, es la tercera hija de José Naranjo y Juana Peña, y hermana de Alfonso y Miguel. Curiosamente pronto la llaman María Peña a lo que ella no debió oponerse mucho dado el hermanamiento e identificación que sentía con sus primos Peña Naranjo, a los que tanto quería de forma correspondida: Alfonso, Antonia, Amadora, Juan, Manolo, Andrés y Carmela, la única que vive actualmente, en Barcelona y con la que ha mantenido contacto hasta hace unos días. Tiene muy corta edad cuando muere su adorado padre y su madre, mi querida abuela, mujer de mucho carácter, toma las riendas de la familia. Mariquita es retirada de la escuela de doña Brígida para aportar a la economía familiar. Diariamente vende la leche de las cabras de la familia y, como algo muy normal en la época, sirve a sus tías y a su propia abuela materna.

Muchos eran las obligaciones y los recados diarios que la niña haría y, ya mayor, supo que algunos de ellos fueron transportar sacas de tabaco de estraperlo y se podía sentir satisfecha con que le dieran un bollo de la panadería de sus tíos, pero pan solo, el aceite era para venderlo. Otras tías también le encargan la crianza de los niños, pero en este caso el pago lo harán con creces los mismos niños que entablarán con su prima una relación tan fuerte que se ha mantenido hasta su muerte: sus queridísimos primos Perico, Alfonso, Antoñita, Pepe, Cristóbal y Rosario González Peña. Su continuo callejeo le permitió desde muy joven conocer y tratar a mucha gente a la que siempre estaba dispuesta a ofrecerse para lo que fuera: para un parto, una matanza, un papeleo, un viaje, un guiso o cualquier asunto en que la requirieran y ella podía ayudar, tan humana siempre que frecuentemente también era depositaria de penas o fragilidades personales de muchas mujeres que sabían que podían confiar plenamente en ella; a la par de la gracia le acompañaron, cuando hacía falta, la seriedad y la discreción.

Se casó con un buen hombre, mi padre, el maestro albañil Manuel Barrera Ramírez, persona muy humilde y gran trabajador, con el que tuvo seis hijos: Antonia, Pepe, Manolo, María de los Ángeles, Juan Carlos y Miguel. Con el dinero de la boda pudieron comprar un puesto de carne en la Plaza de Abastos y ella lo regentó durante casi dos décadas.
Mucha gente la recuerda aún con su blanco reluciente delantal, el pelo recogido en un rodete y su gracejo al vender. Ha sido una de las últimas supervivientes de la dura posguerra cuando apenas se comía y menos se compraba. Fue de las pocas mujeres casadas que trabajaban fuera de casa; su marido acarreaba los bichos, los mataba y descuartizaba; ella los vendía como podía en las décadas de 1940 a 1960; su madre le ayudaba en la crianza de los hijos.
 Manuel Barrera Ramírez y María Naranjo Peña en su viaje de novios en Cádiz, a finales de 1948.

Durante estos años María Naranjo Peña, desde su humilde puesto de carne, fue conocedora de la miseria y hambruna del pueblo, puestas en boca de mujeres que como ella buscaban algo que llevar a la boca de sus hijos. A las suyas propias añadió las necesidades de sus veceras porque los pobres no salen de pobres. Este querer y poder ayudar surge de forma espontánea como un resarcimiento a carencias pasadas pero latentes; sentimiento este que la caracterizará toda su vida.

María en una imagen de su serena madurez. Al ser fotografiada dejaba traslucir ante la cámara su carácter jovial y de mujer cordial. Imagen tomada en un guiso familiar. Le encantaban los lunares.

Como a muchas niñas de la época, su madre la sacó de la escuela y aprendió realmente a sumar, restar y multiplicar en su modesto negocio que regentaba con la ayuda de su marido. Generosa y buena mujer no siempre salían las cuentas, pero gracias a ella muchos humildes pucheros de Villamartín salieron de su puesto de carne de la Plaza de Abastos de Villamartín.

María Naranjo con treinta años, al inicio de su trabajo en la Plaza de Abastos. Su marido Manuel Barrera Ramírez, maestro albañil y complemento indispensable en el puesto de carnicería que regentaba su mujer María. Hombre tímido y muy formal, se complementaban y hacían una excelente pareja.

Interior y fachada del edificio de la Plaza de Abastos de Villamartín.

Después de una vida dura en unos tiempos de escasez, María Peña conservó la generosidad y el buen gesto que han acompañado a ella y a muchas mujeres de su generación que aprendieron a no tener nada pero también a repartir lo poco que podían conseguir y, sobre todo, la humanidad que les ayudó a soportar días grises tan largos.
Mujer entrañable, apreciada por todos, nos ha dejado recientemente, el pasado ocho de agosto de 2018, rodeada de todos los suyos.


Álbum familiar

Foto de la abuela Juana Peña y los cuatro hijos más pequeños de María Naranjo: Manolo, María de los Ángeles, Juan Carlos y Miguel Barrera Naranjo. Nuestra abuela fue una persona muy importante en nuestra crianza. Nos quería mucho y nosotros a ella.


Antonia y Pepe Barrera Naranjo, los hijos mayores de María Naranjo.


María y Manuel formaron una pareja sólida que perduró desde 1948 hasta 2006, más de sesenta años, si añadimos el noviazgo, de vida en común con el fruto de seis hijos a los que trasmitieron los valores de la vida; lo que somos se lo debemos a ellos. Lucharon toda su vida por sus hijos.


Los hijos de Manuel y María le tenemos un especial cariño a esta fotografía por ser de las últimas imágenes en la que los recordamos juntos Están en una boda. Manuel se iría pronto. María aún tiene mucha vida.

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© del texto, María de los Ángeles Barrera Naranjo
© de las imágenes:
· Del edificio de la Plaza de Abastos: El Viajero / Mi nube
· Fotos recientes de María Naranjo: Rosa Delgado Silva
· Fotos más antiguas: colección familiar.
© de la publicación, «Villamartín.Cádiz Blog dePedro Sánchez».

8 comentarios:

  1. Los mejores padres que Dios nos pudos dar!!!D.E.P.

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  2. Me encanta Mari Angeles, una vida dura la de tu madre pero siempre con una sonrisa en el rostro. Grandisima persona. Besos a la familia.

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  3. Quiero agradecer el trabajo y esmero de Pedro Sánchez Gil en este casi improvisado y espontáneo homenaje merecido que hemos realizado a mis padres que ya están en otras esferas, pero mis hermanos y yo llevaremos siempre en el corazón. MUCHAS GRACIAS, PEDRO.

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  4. Quiero agradecer el gran trabajo y esmero de Pedro Sánchez Gil en este casi espontáneo
    y pequeño pero merecido homenaje a mis padres que, aunque estén en otras esferas, mis hermanos y yo llevaremos siempre en el corazón. Muchas gracias, Pedro.

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  5. Resumen de la multitud de comentarios dejados en las redes sociales:

    Mari Ángeles Barrera Naranjo.
    Muchas gracias, Pedro Sánchez Gil, por tu gran colaboración en este pequeño homenaje que hacemos a mis padres que aunque ya estén en otras esferas, mis hermanos y yo siempre los llevaremos en el corazón. Estoy leyendo un ensayo donde una mujer reflexiona sobre la muerte de su madre y recoge el pensamiento de Albert Cohen, para quien llorar a la madre es llorar a la infancia; " ver morir a la madre es asistir a la muerte de la parte más dulce de nuestra infancia. Entonces sentimos miedo. Frío y miedo." (Entre nosotras. De mi madre a mi hija. De Assmpta Roura.
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    Rosana Martínez Rodríguez.
    María Peña era una persona excepcional, de las que te acuerdas de ella y se te ilumina una sonrisa en la cara. Con su buen humor siempre, deberíamos aprender de personas como ella. Esta vida se vive una vez y mejor vivirla con alegría. Un saludo a toda su familia que me considero parte de ella.
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    Susana Alpresa.
    Una mujer adelantada a su tiempo y que nos ha enseñado muchísimo. Siempre que he dicho, “soy nieta de María PEÑA”, la respuesta que obtenía era “que graciosa es tu abuela”, todo el mundo la conocía y la quería, jóvenes y mayores. Nos has dejado un gran vacío difícil de ocupar.
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    Isabel Sánchez Duran.
    ¡Qué guapa estás María, como tú eras, una persona graciosa, simpática, única! ¡Qué bien se lo van a pasar en el cielo contigo! Eras única.
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    Margarita Peña Dianez
    ¡Cuánto la queríamos! Seguro que tiene el cielo patas arriba y todos juntitos.
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    Pepa Solano Lara.
    María Peña, una mujer simpática, agradable y muy buena amiga. Siempre terecordaremos.
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    Paqui Dominguez Acevedo.
    Descansa en paz, María Peña. Una mujer única. Transmitía simpatía a raudales. Creo que donde quiera que esté la estará liando... con su arte.
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    Carmen Perea Peña.
    La de veces que me ha hablado mi madre de ella. Cómo la quería. Un saludo a toda la familia de parte de Carmela Peña desde Barcelona.
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    Diego Pavón Cigales.
    Una mujer encantadora que transmitía su alegría a los que la conocimos. Un abrazo para su familia.
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    Toñi Sanchez Lara.
    Linda, no digo más. Lo siento mucho y mi más sentido pésame a su familia, ánimo ella donde quiera que esté, estará en el mejor lugar.
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    Mari Carmen Peña Dianez.
    Una persona maravillosa en casa. Era la abuela de mis hijos y la bisabuela de mi nieto Juan , una hermana de mi padre y tíos , siendo primos hermanos dobles. Me imagino el recibimiento que le han dado todos los que tenemos en el otro mundo, otra estrella brillando... Cuanto os añoramos...
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    Diego José López Fernández.
    Una gran mujer sin dudas. Ahora la eternidad de su sonrisa y su buen legado acompañará a los suyos por siempre.
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    Ana Gómez Aguilar.
    Una mujer especial . Trasmitía mucha alegría y buen humor. Me ha dolido su pérdida, y el no haberla acompañado cuando partía para su último viaje. Seguro que donde esté ahora, amenizará y alegrara los tiempos. Un abrazo para toda la familia.
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    Cati Tenorio Cabrera.
    María, ¡qué te quiero! Me alegré tanto, tanto, cuando viniste a verme el día de Navidad. Fuiste mi mejor regalo. Siempre estarás en mi memoria. Un beso.

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  6. Buenas

    Parte de mi familia viene de Villamartin, no se apenas nada de la familia de allí pero uno de los apellidos es Naranjo (el otro es Enriquez). Es un apellido habitual en el pueblo?
    Tengo fotos antiguas, puede que algunas sean del pueblo.
    Si quieres te las puedo intentar pasar, te dejo mi email. dolce_umiko@hotmail.com
    Saludos :)

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    1. Gracias por el comentario. Le respondo de forma privada a través del email facilitado.

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